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Los retrasos que se vienen presentando en la transición energética nacional, no han aminorado el interés por el desarrollo de la nueva industria eólica offshore, que sin duda jugará un papel protagónico en la diversificación de la matriz energética del país, así como en el cumplimiento de los objetivos climáticos y de descarbonización. Sin embargo, es vital garantizar un despegue exitoso del sector, que atraiga nuevas inversiones, le abra la puerta a otros proyectos y nos permita ganar terreno en el mercado global de energías renovables.
Cada día la energía eólica costa afuera logra un mayor posicionamiento como principal tecnología en la transición sostenible de países desarrollados. Esta expansión global de los parques eólicos marinos va en concordancia a sus beneficios como la producción entre 30% y 50% más de energía eléctrica que los parques eólicos en tierra. En el caso de Colombia, los estudios indican que en la Costa Caribe, la velocidad del viento, calificada como de talla mundial, alcanza valores superiores a 13 m/s, con un potencial estimado de 50 gigavatios (GW). Ahora más que nunca, aprovechar el potencial de nuestros recursos naturales, entre ellos los vientos, mares y océanos, será determinante para lograr una verdadera transición energética.
Después de varios aplazamientos, finalmente la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), publicó las modificaciones finales a los pliegos y bases de condiciones de la primera ronda de asignación de Permisos de Ocupación Temporal para las áreas donde se desarrollarán los proyectos de energía eólica offshore. Se espera que los cambios realizados en este tiempo, correspondiente a ajustes en aspectos técnicos y financieros, permitan la habilitación de un mayor número de inversionistas, para que la primera subasta sea exitosa.
En estos tiempos de incertidumbre en el sector energético del país, es apenas sensato apostarle al desarrollo de proyectos costa afuera. No obstante, la resistencia de funcionarios del ejecutivo, que deberían estar prestos a brindar apoyo y garantías en los trámites de los proyectos, no hacen, sino, torpedear los procesos. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Si la naciente industria eólica offshore también tendrá la misma oposición?
Sortear los diversos desafíos que supone el desarrollo de infraestructuras energéticas en alta mar y su integración en la matriz energética es uno de los principales retos de la emergente industria. Además, de propiciar un escenario garante con procesos competitivos y la seguridad en las operaciones, que promueva la financiación de los proyectos, la competitividad de precios, los trámites de licencia ambiental y la asignación de áreas.
Estos primeros pasos que se empiezan a dar, demandan claridad y cohesión de los actores, en el planeamiento de las políticas de planificación y desarrollo. Aprovechar la fuerza del viento en el mar para aumentar la capacidad de generación eléctrica, de tal manera que se garantice la seguridad energética del país, es un reto que no nos puede quedar pequeño, mucho menos cuando tenemos los vientos a nuestro favor en un horizonte que vemos con mucho optimismo. Hay que empezar con el pie derecho.