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Mientras el país se mantiene en vilo ante la llegada de un Niño que no se sabe a ciencia cierta si tendremos la capacidad de afrontar, los proyectos renovables que deberían estar aportando energía al sistema se encuentran cada vez más empantanados. La decisión de Celsia de trasladar los aerogeneradores y otros equipos relacionados con sus parques Acacia y Camelias en La Guajira, hacia un proyecto en Perú, es la muestra de la desventaja competitiva que estamos teniendo frente a otros países de la región.
Los retrasos en materia renovable, están cambiando el destino de los proyectos que recibieron asignación en las subastas de energías renovables de 2019 y 2021. Por distintos obstáculos, principalmente, en los procesos de consulta previa y licenciamiento ambiental, la mayoría de los proyectos no han entrado en operación, entre ellos la línea Colectora, una de las megaobras claves para la conexión de parques solares y eólicos.
Varias empresas han ido desistiendo del desarrollo de obras que habían sido concertadas en el país. La suspensión de la construcción del parque eólico en Uribia, Windpeshi de Enel Colombia, por conflictos con las comunidades, marcó el inicio de una cascada que no se detiene. Hace un mes la empresa francesa EDF Renewables anunció su retiro del proyecto solar en Girardot, alegando demoras en permisos ambientales, altas tasas y volatilidad del dólar, así como las afectaciones debido a los constantes cambios regulatorios y fiscales que se han presentado en este gobierno, como la reforma tributaria. A todas luces, los inversionistas están huyendo por los cambios en las reglas del juego que se han convertido en una zancadilla.
Los retrasos que se han presentado en el sector nos hacen más vulnerables ante el Fenómeno de El Niño. De acuerdo con Ser Colombia, alrededor de 80 proyectos de energía renovable no convencional, que tienen fecha de entrada para su operación entre 2023 y 2024, no se han consolidado por cuenta de diferentes retos. El Gobierno del Presidente Gustavo Petro debe pasar de los trinos en redes sociales, a la política real de transición energética.
Por la negligencia del Ejecutivo y la alta burocracia de entidades del sector, empresas internacionales están abandonando los proyectos que otrora suponían una buena inversión y ahora solo son una pesadilla financiera sin fin. Tenemos sólidas bases para seguir impulsando el desarrollo de las energías limpias, no podemos quedarnos estancados, es necesario brindarle viabilidad a los proyectos y mitigar los conflictos con las comunidades, garantizando la estabilidad macroeconómica y jurídica. Hay que revertir el panorama de fracaso en los proyectos renovables que buscan un norte y el apoyo del ejecutivo.
No contar con una Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) en propiedad y no tener aún una hoja de ruta oficial para la transición energética, ahonda la crisis. El actual escenario energético del país, demanda una clara política de transición energética que contribuya al mejoramiento de los procesos actuales, y la ejecución de nuevos proyectos no convencionales.