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Planeación, adaptación e innovación son claves para una recuperación pronta de las empresas del sector turismo frente a un mercado que presentará nuevos hábitos de consumo. Autoridades buscan con sus capacidades ayudar a mitigar los impactos económicos de la pandemia pero es fundamental reconocer que además de dar alivios o créditos preferenciales para sobrellevar esta crisis, es crucial que las empresas que estén accediendo a los apoyos y las que están aguantando, se estén repensando a luz de nuevas exigencias de los turistas para su apropiado regreso.
Planear cómo operar y llegar a un potencial viajero que demandará seguridad en su experiencia, debe guiar las discusiones en el sector. Una operación donde los protocolos de seguridad en la prestación de servicios turísticos, con proveedores y personal comprometido en su implementación será quizás el principal desafío. Planificar y ejecutar estrategias de promoción y mercadeo, donde se base cada vez más en la huella digital del turista, será determinante para lograr la reactivación pronta del turismo.
Adaptarse a las motivaciones de viaje marcarán la pauta de reactivación del sector. El turismo Mice (meetings, incentives, conventions, exhibitions) y el turismo urbano que tienden a ser masivos se contraerán muy seguramente en el corto plazo. Sin embargo, el turismo de naturaleza, como el senderismo y el avistamiento de aves, se podrán convertir en alternativas para el escape y el reencuentro con la naturaleza que añoran millones de viajeros luego de los periodos de confinamientos registrados.
Innovar en productos turísticos, y profundizar en las hace poco implementadas apuestas de biciturismo, propiciando buenas distancias mientras se disfruta de paisajes, ofrecerán salud mental y física que buscará el viajero. El agroturismo sobre el cual tenemos enormes oportunidades a lo largo del país, o las oportunidades de empaquetamiento de destinos menos populares que han estado más alejados de los estragos de la pandemia podrían ser alternativas para innovar y armar planes de corta estancia.
Los turistas plantearán nuevas exigencias que estimularán ajustes. Entenderán mejor la importancia y su papel en la sostenibilidad. Veremos con frecuencia el uso de tapabocas y guantes, principalmente en el transporte y alojamiento, por un buen tiempo como era ya común en países asiáticos antes del covid19 y demandarán a los prestadores estos insumos básicos. Buscarán flexibilidad en cambios sin penalidades, pues la incertidumbre seguirá hasta no encontrarse la vacuna o tratamiento efectivo. Demandarán medios de pago contactless o el uso de aplicaciones. Querrán viajar o comer en sillas más distanciadas, o con paneles divisorios de vidrio o plástico que se empiezan a diseñar como propuestas. Solicitarán momentos de check out y check in en hoteles mejor distribuidos para evitar cercanía a otros huéspedes. Buscarán en los destinos, infraestructura pensada en esparcimiento donde se puedan promover distancias como ciclorutas o senderos que permita con mayores controles disfrutar de atractivos. Indagarán por la seguridad de las terminales de transporte aéreo, terrestre y marítimo.
Ya algunos actores de la cadena que se vienen adaptando al confinamiento han iniciado algunos ajustes; Bares están haciendo catas de tragos por internet, discotecas están haciendo conciertos con Dj que transmiten vía streaming, restaurantes que venden sus ingredientes a domicilio con sus recetas para que los consumidores puedan preparar sus añorados platos.
Las personas no dejarán de viajar y tan pronto se empiece a facilitar la conectividad, los turistas iniciarán a analizar qué destinos representan mayor confianza. Seguramente será un proceso lento y gradual, pero el sector turismo ha demostrado su capacidad para salir adelante.