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Con bombos y platillos, el Gobierno Nacional acaba de “inaugurar” el Túnel de La Línea, una las mayores vergüenzas en la historia de las obras de infraestructura, que si tuviéramos pudor deberíamos humildemente mejor aceptar como experiencia de lo que no se puede volver a permitir. Una obra mal concebida, mal diseñada, mal licitada, mal contratada, mal supervisada, mal ejecutada y con inconcebibles demoras y sobrecostos, que pagamos todos los colombianos.
La historia
A finales de la década de los noventa del siglo pasado el Consorcio Conlínea, conformado por dos de las más prestigiosas empresas colombianas con experiencia en construcción de túneles, construyó el Túnel Piloto de La Línea, paralelo y contiguo al futuro túnel vehicular, que se acaba de “inaugurar”.
Contrario a lo que todos esperábamos, en el año 2003 Conlíea perdió la licitación que el Invías convocó para la contratación de la construcción del túnel vehicular unidireccional, el llamado Túnel de la Línea, ante un contratista desconocido en la ingeniería de túneles, a quien finalmente, después de casi quince años de dilaciones e incumplimientos, el Invías le tuvo que declarar la caducidad del contrato y entregar el proyecto a un nuevo consorcio, del cual hace parte Conconcreto, una de las empresas que conformaban el antiguo Consorcio Conlínea, para que terminara el túnel y las obras conexas.
En el 2003, antes de que se adjudicara la construcción del Túnel de La Línea, presentamos a Odinsa un anteproyecto para construir un túnel férreo (eléctrico) entre Ibagué y Calarcá, para transportar vehículos apagados y que por lo tanto no requería sofisticados sistemas de ventilación, como lo es el Eurotunel, que conecta Francia con Inglaterra por debajo del Canal de La Mancha.
La respuesta del entonces Ministro Andrés Uriel Gallego a la propuesta de Odinsa fue que ya no había nada que hacer, porque en ese momento cursaba un proceso licitatorio muy avanzado. Nuestra idea no tenía nada de original, esto mismo lo consideró el Presidente Rafael Reyes hace más de ciento diez años y la impulsó el Presidente Pedro Nel Ospina en 1925 cuando se alcanzaron construir 300 metros de túnel, así como el Ministro Jorge Leyva hace cerca de 70 años, el Ministro Bernardo Garcés en el Gobierno del Presidente Carlos Lleras y el ingeniero Sergio Hugo Amaya, como gerente de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia (FNC) a finales de la década de los ochenta.
Juan Martín Caicedo, Presidente de la Cámara Colombiana de Infraestructura, alguna vez contó que cuando Andrés Uriel, orgulloso, se ufanaba ante el Presidente Álvaro Uribe de que La Línea sería el túnel más alto del mundo, Juan Martín le replicó que tenía toda la razón, porque los túneles en todas partes se construían en la base de las montañas para conectar directamente los valles, no en el pico de la montaña, como se pretendía con el Túnel de la Línea. El Túnel de La Línea se encuentra a una altitud de 2.400 metros sobre el nivel del mar, a unos 900 metros por encima de la base de la Cordillera Central.
El túnel férreo Ibagué-Calarcá fue recomendado por un estudio contratado por los FNC durante la gerencia de Sergio Hugo, financiado por el Banco Mundial y realizado por un consorcio entre la compañía colombiana Consultécnicos y la española Ineco, con el objeto de encontrar la mejor solución vial para el Corredor Bogotá-Buenaventura. El mismo Sergio Hugo recibió los resultados de dicho estudio y durante muchos años trató de promover el proyecto, sin éxito, ante el Ministerio de Obras Públicas y Transporte; su último intento, también frustrado, lo hizo en el 2002 con el recién posesionado ministro Andrés Uriel Gallego.
Sobrecostos y demoras
De un presupuesto original contratado a precio fijo por 629.000 millones de pesos, la Nación ha tenido que pagar por lo construido, sin contar lo faltante de la obra por terminar, unos 4,04 billones de pesos, a precios de hoy, un sobrecosto de casi un 700%. Como si esto fuera poco, de un plazo original de 6,5 años para la entrega de la obra completa, hasta hoy van más de quince años, y todavía falta mucho por construir.
Tranquilo apreciado Sergio Hugo, el verdadero túnel que requiere Colombia para conectar el centro del país y el valle del Magdalena con la región occidental y el Puerto de Buenaventura, lo tendremos más temprano que tarde, ¡lástima que para ese entonces ni tú ni yo lo podamos ver!