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Las tensiones geopolíticas, los conflictos militares y las guerras arancelarias a nivel internacional han producido un retroceso en los flujos comerciales en los últimos años. El valor del comercio mundial, tanto exportaciones como importaciones, como porcentaje del PIB mundial, alcanzó un máximo de 51,2% en 2008. Como resultado de la crisis económica asociada a la pandemia y las restricciones logísticas, este indicador alcanzó un mínimo de la última década de 41,7%, para luego rebotar a un nivel de 50,3% en 2022, a medida que las economías se recuperaban. El año pasado, el comercio global como fracción del PIB mundial cayó nuevamente a un nivel de 45,8%.
Este declive del comercio internacional ha llevado a muchos analistas a plantear el escenario de una desglobalización de la economía global, bajo la premisa de un agotamiento del modelo y de la necesidad de diversificar la producción de las cadenas globales concentradas en Asia. Frente a lo primero, es innegable la ralentización de los flujos comerciales. No obstante, la diversificación de los centros de producción no ha ocurrido. Asia, incluyendo China, sigue ganando participación en la exportación de manufacturas. En otras palabras, a pesar de que el mundo comercia menos, los flujos y la producción siguen crecientemente concentrados en Asia.
Un reciente informe del grupo de investigaciones económicas de Goldman Sachs, uno de los bancos comerciales y de inversión más grandes de Estados Unidos, muestra que las rutas comerciales de mayor crecimiento en el período 2018-2022, incluyen los tramos Sudeste asiático-Estados Unidos, con una tasa de expansión anual de 9,6%; China-Sudeste Asiático (8,4%); China-México (8,1%); China-Medio Oriente (7,1%); China-África Subsahariana (6,9%); China-Suramérica (6,8%); entre otras. La conclusión de dicho informe es evidente: el incremento de las barreras comerciales no ha alejado fundamentalmente el centro de gravedad del comercio mundial de China.
Es claro que la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China y las tensiones geopolíticas son una oportunidad para que otros países participen de la cadena global de valor de forma más significativa en la producción de mercancías y en los flujos internacionales de comercio. No obstante, cuando se les pregunta, por ejemplo, a las firmas europeas por nuevos posibles destinos de producción, 27% responde que desearía relocalizarse en la región Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). Solo 5% considera a Suramérica como un posible destino, de acuerdo con las encuestas de la Cámara de Comercio Europea. Los ganadores de esta reorganización de comercio han sido los países del Sudeste Asiático, que siguen además teniendo importantes lazos comerciales con China. En nuestra región, México también se ha beneficiado, pero los estimativos iniciales del aumento de producción fuera de China por cuenta del nearshoring, parecen no capturar del todo la capacidad de los fabricantes asiáticos de encontrar una ruta de acceso al mercado de Estados Unidos a través de su vecino.
Colombia tendría mucho por ganar con esta reconfiguración del comercio global. No obstante, sino generamos las condiciones propicias de inversión, la desglobalización será, desde nuestra perspectiva, un espejismo. La región caribe de nuestro país tiene un enorme potencial por su ubicación, pero necesita de una estrategia concreta y el apoyo del Gobierno Nacional.