El inmutable peso

El peso colombiano ha mostrado en los últimos meses una relativa estabilidad que contrasta con la catarata de malas noticias sobre incertidumbre regulatoria y jurídica, estrechez de caja y bajo recaudo fiscal del gobierno, la crisis del sistema de salud, el empeoramiento de las condiciones de seguridad y la propuesta de una constituyente. A primera vista, la tranquilidad del peso parece irreconciliable con el sentimiento de muchos colombianos de estar viviendo una coyuntura compleja.

Hay varios elementos que, si bien son insuficientes, pueden ayudar a entender ese divorcio entre el tipo de cambio y las preocupantes noticias a nivel local. El primero tiene que ver con el contexto externo. A pesar de la incertidumbre relacionada con la política monetaria de Estados Unidos y las múltiples tensiones geopolíticas y militares, el contexto externo resulta favorable para la mayoría de los países de América Latina, que se encuentran alejados del epicentro del conflicto y tienen una exposición favorable frente a un robusto apetito por materias primas.

En ese contexto, el peso colombiano, así como otras monedas regionales, si bien han tenido episodios efímeros de devaluación, siguen presentando un buen comportamiento. Algunos países, como México, están aprovechando sin titubeos la coyuntura, en particular la búsqueda de atender al mercado de Estados Unidos. No es el caso de Colombia, tristemente. No obstante, la marea sigue siendo propicia.

Un segundo elemento tiene que ver con sumas y restas en el mercado de divisas. Con la economía del país estancada, las importaciones vienen en caída libre, lo que ha reducido el déficit comercial. Las remesas, que siguen robustas, están más que compensando el desbalance externo, haciendo que el mercado de divisas esté en equilibrio. Si a esto le sumamos que las tasas de interés en Colombia han venido cayendo a un ritmo lento, no hay muchos incentivos, por el momento, para hacer apuestas en contra del peso.

Los inversionistas extranjeros ven con confianza el sistema de pesos y contrapesos

Un tercer elemento a tener en cuenta es la confianza de los inversionistas internacionales en las instituciones del país. Los locales tenemos razones para ser escépticos, pero si miramos el país con cierta distancia, y sobre todo en relación con nuestros vecinos, es fácil ver que las instituciones colombianas siguen respondiendo al reto de la coyuntura. El Congreso, a pesar de su desprestigio y de los recientes escándalos, ha rechazado las versiones más radicales de las propuestas legislativas del Gobierno.

La reforma a la salud no prosperó en el Senado, y la reforma pensional, a pesar de tener serios problemas, tuvo una moderación en su trámite, aún inconcluso. Los inversionistas internacionales le dan crédito al país por esto, a pesar de que muchos de nosotros seamos críticos. Las cortes, por su parte, han ejercido una juiciosa tarea en materia de control constitucional y legal. Son muchos los ejemplos, pero basta citar el más reciente de la declaratoria de inexequibilidad de la no deducibilidad de regalías. Los inversionistas extranjeros ven con confianza el sistema de pesos y contrapesos del país.

De cara al segundo semestre, en la medida en que las tasas de interés sigan en descenso y veamos una tímida recuperación de la demanda doméstica, el peso será menos atractivo. No obstante, lo más relevante es no perder la confianza de los inversionistas en el país y seguir demostrando que en Colombia las instituciones se respetan.