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Todo sugiere que la reforma pensional se discutirá la próxima semana en la plenaria del Senado. Existe un amplio consenso sobre los problemas de diseño del sistema pensional colombiano. Esta reforma es una nueva oportunidad para corregir varias de sus fallas. Su análisis por parte del legislativo también debe ser ocasión para la pedagogía. El sistema pensional colombiano es complejo y enfrenta numerosos retos.
Uno, inminente, es el cambio demográfico. En Colombia, como en gran parte del mundo, estamos experimentando un proceso de transición demográfica debido a la caída en la tasa de natalidad y el aumento de la expectativa de vida. Esto significa menos niños y más adultos mayores. El mundo se está envejeciendo, lo que podría hacer inviable los sistemas pensionales de reparto, como el actual de Colpensiones, donde los trabajadores pagan las jubilaciones de los pensionados. Si el número de jóvenes en una economía se reduce mientras el número de pensionados aumenta, la carga para los trabajadores puede volverse insostenible.
Otro reto particular de nuestro sistema pensional es la baja cobertura. Solo uno de cada cuatro trabajadores en edad de jubilación logra cumplir con los requisitos para obtener una pensión, como consecuencia de huecos en su historial de cotizaciones por tránsitos prolongados en trabajos informales. A pesar de que muchos trabajadores no logran una jubilación, el gasto público en pensiones es alto por cuenta de los regímenes especiales y las mesadas de Colpensiones, que reciben subsidios del Gobierno y están concentradas en personas de altos ingresos.
La reforma pensional no modifica las edades de jubilación, ni los regímenes especiales, pero busca corregir la regresividad de los subsidios, y ampliar la cobertura a través de un programa de transferencias para los adultos mayores en situación de pobreza.
La propuesta del Gobierno incluye un pilar contributivo donde las cotizaciones de los trabajadores hasta por tres salarios mínimos estarían bajo un esquema de reparto manejado por Colpensiones. Este pilar afectaría a casi todos los trabajadores, ya que aproximadamente ocho de cada 10 tienen ingresos iguales o inferiores a tres salarios mínimos. Centros de pensamiento y varios equipos de estudio del país, como Fedesarrollo, Anif, el Cede y el Comité Autónomo de la Regla Fiscal, entre otros, han advertido al unísono sobre los desafíos en materia de sostenibilidad de las finanzas públicas si se aprueba la propuesta del Gobierno tal como está. Aprobar una reforma pensional con un umbral de tres salarios mínimos equivale a empeñar buena parte de los ingresos de la próxima generación de colombianos.
Alternativamente, el Senado podrá discutir una propuesta del Partido de la U, con un menor umbral del pilar solidario, que no solo ayuda a la sostenibilidad del sistema, alivianando la presión fiscal en las próximas décadas, sino que además protege de manera más efectiva el ahorro de los trabajadores, y ayuda a mejorar la cobertura, en la medida que los cotizantes ahorran más de su parte. El Congreso tiene la oportunidad, y el deber, particular con los jóvenes, de tener un debate serio e informado sobre la reforma pensional. La propuesta del Partido de la U, debe ser el punto de partida. Si bien dicha propuesta es susceptible de mejoras, representa un avance con respecto al texto presentado por el Gobierno. Esperemos que el Congreso esté a la altura del desafío.