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Analistas 10/02/2022

Inflación a la intemperie

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

Hace dos meses escribí en este mismo espacio una columna titulada “Inflación tormenta perfecta” donde argumentaba que “es probable que veamos una inflación por encima de 6% durante el primer trimestre de 2022”. Tan solo en enero ya vamos en 7%.

Las cifras muestran una aceleración en los precios durante el primer mes de este año, con una inflación intermensual superior a 4% en el rubro de prendas de vestir y calzado, y un aumento de alimentos y bebidas no alcohólicas cercano a 4%. La inflación en enero fue de 1,67%, la más alta para ese mes en 20 años.

La inflación anual de alimentos bordea 20%, lo cual tiene un efecto muy adverso sobre la capacidad de compra de las familias, en especial de los hogares más pobres y vulnerables. De hecho, el alza en los precios de los alimentos explica que la inflación anual de los hogares más pobres alcanzó 8,29% en enero, 135 puntos básicos más que la inflación del hogar promedio. Un aumento en los precios de los alimentos, además de tener un efecto directo en el bolsillo, es la inflación que más perciben e indispone a los consumidores, en la medida que se refleja en las compras cotidianas de mayor frecuencia.

El fenómeno es tan delicado, que el Gobierno anunció hace pocos días una serie de medidas para tratar de atacar varios de los factores detrás de la carestía de muchos productos. Las medidas incluyen la reducción de los aranceles a la importación de insumos agrícolas, la reglamentación de la Ley de Insumos y la reducción de los costos logísticos en puertos. Estas medidas son bienvenidas, pero ocurren en un momento donde la inercia inflacionaria es alta, por lo cual, mientras surtan efecto, el país tendrá que aguantar a la intemperie el chaparral de la inflación durante los próximos meses. Toda apunta, por ejemplo, a que la inflación en febrero llegará a una cifra de 7,8%, impulsada por un aumento adicional en los precios relacionados con sector educativo.

En este contexto, el Banco de la República continuará en su proceso de normalización de política monetaria, pero probablemente tendrá que llevar la tasa de corto plazo a niveles cercanos a 7%. Los mercados financieros sugieren incluso una tasa superior a 7,5% La próxima reunión decisoria sobre tasas de la autoridad monetaria está programada para marzo, y en ausencia de una reunión de este tipo en febrero, un aumento de 100 puntos básicos es, quizás, el nuevo mínimo esperado por los analistas. Este proceso de normalización de tasas, que se ha visto acelerado por el choque inflacionario, no puede, ni pretende controlar la inflación de los próximos meses, sino anclar las expectativas de inflación y la senda de precios de mediano plazo.

Para reducir la inercia inflacionaria de corto plazo sería necesario pensar en tomar medidas adicionales como agilidad de trámites en los procesos de registro de fertilizantes importados, y logísticos, así como medidas para mitigar el efecto de la carestía de alimentos en los hogares más vulnerables con alguna partida adicional y transitoria en el programa de ingreso solidario. Lo importante es no caer en la tentación de tomar medidas o apoyar propuestas que comprometan la productividad agrícola del país, como aranceles a los alimentos, que no solo no solucionarían el problema, sino que harían que un choque que es de naturaleza transitoria termine teniendo efectos negativos permanentes.

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