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El tema del paro nacional resulta ineludible hoy. Es probable que algún caos emerga en medio de las protestas y se den algunos actos vandálicos, pero que las movilizaciones no escalen en violencia, como ocurrió en Chile. El paro es una gran oportunidad para tener una reflexión nacional de los grandes retos económicos y sociales que enfrentamos como país. También es una oportunidad para mostrar que Colombia puede tener movilizaciones sociales pacíficas y que no estamos condenanos a la violencia de nuestro pasado o del presente de países vecinos.
Los mercados financieros tomarán nota. Para bien, o para mal. En los días previos al paro de hoy, los inversionistas extranjeros han estado cautos, dado el preámbulo caótico y vertiginoso de las protestas en Ecuador, Chile y Bolivia. No obstante, si logramos superar esta jornada sin traumatismos, Colombia tendrá aún más argumentos para afiansarse como el país de la región que va en contra de la corriente, con un mayor crecimiento económico y una coyuntura social no explosiva. Una manifestación social pacífica y contructiva puede ayudar a que nuestro país se aleje de los extremos políticos y evite el espiral destructivo de la polarización.
En la coyuntura actual Colombia tiene a su favor una historia de recuperación económica impulsada por la demanda interna. Recordemos que la inversión, excluyendo el deprimido sector de la construcción, creció a una tasa anual de 12,4% durante el tercer trimestre de este año, mientras la inversión extranjera directa alcanza cifras de crecimiento de dos dígitos. Este proceso de recuperación no está exento de lunares, como el deterioro de las cifras de empleo, pero, en medio de un mar de noticias económicas negativas en la región y en casi todo el mundo, las noticias económicas locales sobresalen por positivas.
Una de las preguntas más relevantes y díficiles de responder es si un evento como el de hoy tendrán algun efecto sobre la decisión por parte de la calificadora Fitch en relación a la calificación de riesgo soberano. Fitch pusó la calificación de riesgo del Gobierno en perspectiva negativa en mayo de este año. Con base en el cronograma de decisiones de dicha calificadora, es de esperarse que se pronucie antes de fin de mes. Fitch ha advertido que la deuda del Gobierno como porcentage del PIB ha seguido en aumento. Adicionalmente, la calificadora ha sido crítica de la estrategia de ajuste fiscal del Gobierno basada en ingresos no recurrentes, como las utilidades extraordinarias del Banco de la República o la eventual venta de empresas estatales. La estrategia fiscal contempla además recortes en el gasto público, que en la actual coyuntura política lucen improbables. Estos argumentos sugieren que nuestra calificación podría ser ajustada la baja, al nivel de BBB-, el último escalón de grado de inversión. Sin embargo, Fitch ha señalado que Colombia recibe un bono por su solidez institucional. Protestas sociales que pongan en jaque la institucionalidad podrían deteriorar ese activo.
No puede descartarse que Fitch se tome un tiempo adicional para evaluar no solo las cifras fiscales de 2019, sino también para incorporar lo que finalmente se apruebe en la reforma tributaria en curso en el Congreso. Un paro ordenado y sin traumitismos ayudaría a que se refuerze la idea de la robusta institucionalidad colombiana en relación a otros países de la región.