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La conferencia global de infraestructura organizada por la Federación Internacional de Ingenieros Consultores (Fidic) en Ginebra, Suiza, la semana pasada, fue una ventana única para explorar algunos de los proyectos más impactantes y transformadores que redefinen el futuro de ciudades y comunidades. Desde la construcción de puentes monumentales hasta avances en energía sostenible, estos proyectos no solo demuestran la capacidad de la ingeniería moderna, sino también la importancia de invertir en infraestructuras que resistan el paso del tiempo y beneficien a la sociedad en su conjunto.
Uno de los proyectos más destacados fue el Puente Chacao en Chile. Este puente colgante, el más largo de América Latina, es un reto de ingeniería. No solo conecta la isla de Chiloé con el continente, con dos luces de más de un kilómetro cada una, sino que también enfrenta complejidades geotécnicas únicas debido a la actividad sísmica de la región además de los fuertes vientos del lugar. Allí, los ingenieros están dando forma a esta estructura impresionante, que no solo es una maravilla técnica, sino que será también un motor de desarrollo económico para la región sur de Chile.
Desde la provincia de Zhejiang, conocimos los avances de China en la transición hacia la energía sostenible. Zhejiang se ha convertido en un modelo a seguir, no solo por su capacidad de promover fuentes de energía renovables, sino también por el impacto directo que estos proyectos tienen en la vida cotidiana de sus ciudadanos. Las políticas de China para promover el desarrollo de energías renovables están generando beneficios tangibles, desde una menor contaminación hasta una mayor independencia energética.
En Abu Dabi, el Centro de Proyectos e Infraestructura (Adpic), mostró cómo la planificación de más de 600 proyectos, con un valor cercano a los US$55.000 millones, está transformando áreas clave como la vivienda, el turismo y el transporte. El enfoque de Abu Dabi en el desarrollo sostenible es un ejemplo de cómo los gobiernos pueden integrar la innovación y la gestión efectiva para mejorar la calidad de vida al expandir su infraestructura.
Iter, cuyo nombre en latín significa “El Camino”, es uno de los proyectos energéticos más ambiciosos del mundo. Ubicado en el sur de Francia, este experimento de reactor de fusión nuclear tiene como objetivo demostrar la viabilidad de la fusión como una fuente de energía limpia y a gran escala, replicando el proceso que alimenta al Sol. El reto de ingeniería que presenta Iter es monumental: construir el tokamak más grande del mundo, donde se probarán tecnologías clave como imanes superconductores y sistemas de mantenimiento remoto. Las lecciones aprendidas de este proyecto serán invaluables para el futuro de la energía en todo el mundo.
En Estados Unidos, el Proyecto de Mejora Ferroviaria de Springfield, en Illinois, con una inversión de US$544 millones, no solo mejora el sistema de transporte, sino que también transforma las vidas de las comunidades locales, creando empleos y promoviendo un transporte más seguro y eficiente. La infraestructura, en este caso, se convierte en un vehículo directo de cambio social y económico.
Finalmente, desde Ghana, el Relleno Sanitario de Kpone, destaca la importancia de las prácticas de ingeniería ambiental sostenible. La desactivación de este relleno sanitario es un ejemplo de cómo los ingenieros pueden mitigar los impactos negativos de infraestructuras anteriores, mientras desarrollan soluciones que benefician tanto al medio ambiente como a las comunidades locales.
Además de destacados proyectos, se presentaron ejemplos de cómo la tecnología está cambiando la manera en que gestionamos la infraestructura. Se destaca cómo el uso de soluciones digitales y la gestión de datos están transformando la certeza y fiabilidad en los proyectos de ingeniería. La digitalización no solo reduce costos, sino que también mejora la planificación y la ejecución.
Alrededor del mundo se desarrollan proyectos de infraestructura que buscan construir un futuro mejor para todos. La sostenibilidad y la innovación digital se han convertido en pilares fundamentales de este esfuerzo global. Desde los sistemas de transporte y energía hasta la gestión ambiental, cada proyecto contribuye al bienestar colectivo, impulsando la economía, fomentando la cohesión social y protegiendo los recursos naturales, lo que es clave para mejorar la calidad de vida y asegurar un futuro sostenible en todo el planeta.