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El Gobierno Nacional declaró el estado de conmoción interior por los graves hechos que se están presentando en el Catatumbo, los cuales son realmente delicados y merecen de una actuación decidida y contundente de su parte, con el fin de permitir la acción efectiva de la fuerzo pública, la cual ha estado maniatada en el marco de la política de la paz total permitiendo el fortalecimiento de los grupos al margen de la ley.
Sin embargo, no se entiende que tipo de medidas extraordinarias para conjurar las alteraciones del orden público se pretenden adoptar, ni las razones por las cuales el ordenamiento actual resulta insuficiente.
En el marco de esta conmoción interior, el Ministro de Hacienda manifestó que se espera obtener cerca de $1 billón, a través de medidas tributarias, con el fin de financiar la atención de la crisis que se está viviendo. Sin embargo, resulta absolutamente desconcertante, que tres días después de la declaratoria, desde la misma cartera, anuncien un recorte para el Ejército Nacional de $800.000 millones, argumentando que no se cuenta con los recursos para financiar el mantenimiento de aeronaves, su combustible, entre otros asuntos de naturaleza militar.
Resulta absurdo concluir que se requiere la declaratoria de una conmoción interior con el propósito de recaudar un billón de pesos, cuando el país dispone de un Presupuesto de $511 billones, siendo como porcentaje del PIB uno de los mayores en la historia acercándose a representar casi un 30% de este.
No se entiende la razón por la cual, el Gobierno Nacional actúa como si no tuviera la capacidad de maniobra para destinar esa suma a las fuerzas militares y en consecuencia, requiere de un estado de excepción y de nuevas medidas tributarias.
Rubros como el Fondo Interministerial y otros recursos que se manejan a través del Ministerio de Hacienda para atender calamidades a lo largo del año, resultan absolutamente suficientes para atender este valor. La cifra de $1 billón, de un total de $511 billones, resulta ser una suma irrisoria, resaltando que en enero el Presupuesto de este año no se ha comprometido, razón por la cual se cuenta con la posibilidad de efectuar los ajustes necesarios y destinar los recursos que se requieren para atender la emergencia de orden público que se está viviendo.
Lo más contradictorio es que casi ese mismo valor, es el que hoy se le está recortando a la fuerza pública, concluyendo que no se entiende este recorte y cuáles son las prioridades del Gobierno. Resulta absolutamente incomprensible recortar el presupuesto de este sector en plena conmoción interior por una grave perturbación del orden público. Definitivamente, es el Gobierno de la improvisación.
Es incoherente que el Gobierno pretenda asfixiar aún más la actividad económica, cuando está probada su ineficiencia tal y como lo mostró recientemente Fedesarrollo, evidenciando que la ejecución del Presupuesto el año pasado ha sido la menor en muchos años, incluso después del recorte efectuado, sólo alcanzó 83% del monto apropiado y la ejecución en inversión únicamente se acercó a 57%.
¿Cómo le quitan recursos al sector privado si no son capaces de traducirlo en inversión? Esto sólo generará una reducción peligrosa en esta importante actividad y fuente de recursos. ¿Cómo quieren asfixiar al sector extractivo con mayores impuestos cuando la caída en el año anterior se estima superior a 7%?, esto solo denota un sesgo ideológico que traerá efectos perversos a nuestra economía.
Como si fuera poco, que el Gobierno manifieste que requiere recursos adicionales, cuando el Congreso de la República de manera contundente manifestó su rechazo a la ley de financiamiento o reforma tributaria, muestra su soberbia y desprecio por las instituciones, pues los impuestos anunciados no son otra cosa que el hecho de revivir la reforma presentada, desconociendo la deliberación democrática y amparándose en un estado de excepción. En conclusión, para superar la crisis del Catatumbo se requiere voluntad, no maniobras engañosas para solucionar el problema fiscal.