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La Constitución de 1991 y su desarrollo a través de las distintas reformas e interpretaciones por parte de la Corte Constitucional, se constituyen en el marco normativo más amplio y garantista del que pueda disponer un Estado. En esta, se consagran todos y cada uno de los principios, derechos, garantías y mecanismos para lograr la mejor convivencia social posible. ¿Qué más pretenden consagrar?
El Presidente habla de la garantía inmediata al derecho universal a la salud, educación y pensiones, sin entender que estos se encuentran hoy consagrados como derechos fundamentales, autónomos e irrenunciables, tanto en lo individual como en lo colectivo. Lo que le ha costado entender, es que para que se materialicen y no resulten escritos en piedra, como su promesa de no promover una constituyente, se requieren recursos.
Es necesario que el Estado reciba mayores ingresos, que el Gobierno priorice el gasto, que los colombianos paguemos más impuestos, que el sector privado invierta y preste más servicios, que los mercados nos crean y nos presten más barato ¿Así o más claro?
Solo a un sofista se le ocurre que, por arte de magia, la educación que hoy reciben los niños va a mejorar porque él así lo dictamina, mientras por el otro lado decide que los maestros no pueden ser evaluados y no se les puede exigir calidad.
Únicamente un dogmático puede concebir que una persona en el Darién tendrá un hospital público que atienda una cirugía de corazón abierto; solo una persona de esas características pondrá en riesgo la cobertura universal en salud y borrará de un brochazo todos los esfuerzos e inversiones que se han hecho para tener un sistema capaz de enfrentar una pandemia, en la que ningún colombiano dejó de ser atendido sin necesidad de gastar un solo peso.
Solo un demagogo se atreve a prometer pensión universal para los ciudadanos cuando más de la mitad de los trabajadores se encuentra en la informalidad, no aportan a la seguridad social y cuando su costo será mayor a 130% del PIB del país, al mismo tiempo que pretende hacer más costoso un empleo formal con su reforma laboral.
Solo quien no cree en la democracia, es capaz de proponer una reforma política para mejorar las relaciones de poder, cuando ha desconocido las instituciones y sus decisiones de manera reiterada, acabó el sistema de salud al recortarle los recursos, al no lograr la aprobación de su reforma, así mismo, al responsabilizar a las cortes por cumplir con su función, al poner freno a las medidas abusivas, contrarias a la Constitución y la ley, acusándolos de estar en favor de intereses particulares, y también, al atacar de forma indiscriminada a los medios de comunicación; los persigue y estigmatiza.
Únicamente quien aseguró firmar la paz con el ELN a los tres meses de gobierno tiene el descaro de prometer una paz definitiva, debilitando la presencia de la fuerza pública en el territorio, premiando a quienes traicionaron el proceso de paz anterior, a quien celebra el aumento de las hectáreas sembradas con droga con el argumento de que su valor ha caído y por el mismo motivo esto va a desincentivar su siembra. Aquí sí se atreve a defender las leyes de oferta y demanda.
Solo un cínico, es capaz de hablar de desarrollo económico y social sin el concurso y la inversión del sector privado al que estigmatiza, impone trabas a su desarrollo, asfixia con impuestos y pretende excluir de sectores estratégicos como el energético. El mismo que promete un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla Exclusivamente a él se le ocurre un desarrollo y bienestar basado en el sector público cuando en el mundo este esquema ha mostrado su absoluto fracaso, su desprecio por la democracia y la pauperización de la población.
Solo un ignorante o un politiquero con intereses personales y ansias de poder estaría de acuerdo con la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente y creería en cantos de sirena. Solo un incauto pondría en riesgo todos y cada uno de los derechos por los que tanto hemos luchado.