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Analistas 16/06/2021

Las mentiras del paro

Juan Alberto Londoño Martínez
Ex viceministro de Hacienda

¿Cómo podría entenderse que los jóvenes sin oportunidades de estudio pudieran salir a oponerse a una reforma tributaria, cuando la misma incluía matrícula cero en las instituciones de educación superior públicas para los estudiantes de los estratos 1, 2 y 3? ¿Qué motivó a los menores de 28 años que buscan su primer trabajo, a salir a gritar a las calles, desconociendo la validez de la institucionalidad y del Estado, cuando lo que se pretendía era que todos los que pagamos impuestos, subsidiáramos sus prestaciones sociales para que fuera más económico contratarlos y así disminuir su desempleo?

¿A quien se le ocurre que 5 millones de hogares (20 millones de personas) en condiciones de pobreza y/o vulnerabilidad económica, salieran a manifestar su inconformidad, cuando la reforma pretendía que con los impuestos que pagamos menos del 5% de la población (2.500.000 personas) se les garantizara un ingreso mínimo que hoy no tienen? ¿En qué cabeza cabe que los trabajadores de las empresas más afectadas por la pandemia, obligadas a cerrar sus actividades y cuyas ventas se han visto disminuidas, se hayan opuesto a que el Estado subsidie en un porcentaje sus salarios y proteja a esas empresas que les otorgan empleo formal?

La respuesta es una sola, sólo se le ocurre a quienes nada de lo que está pasando con esta pandemia les afecta en sus condiciones de vida, a quienes tienen garantizado su trabajo y a quienes no les importa la sostenibilidad de sus empresas. Sí, son esos populistas quienes dicen defender y representar los intereses de los más necesitados, pero a quienes el Estado, el Gobierno y las empresas, les garantizan seguir con su vida alejada de la realidad que hoy vive el país.

Son ellos, los directivos de Fecode, quienes tienen asegurado su puesto de trabajo, sin siquiera pensar en retornar a la educación presencial; los comités ejecutivos de la CGT y de la CUT los que también tienen garantizadas sus condiciones laborales, sus ingresos y quienes, por gozar de fuero sindical, no pueden ser despedidos. Por último, se encuentran las confederaciones de pensionados quienes no pagan impuestos y tienen aseguradas sus mesadas con cargo a los recursos que pagamos todos los colombianos.

Es sencillo ser un pensionado que se opone a cualquier reforma y hacer parte del Comité del Paro, cuando se recibe un subsidio millonario a cargo del Estado. Por ejemplo, en una pensión de 10 millones de pesos que paga Colpensiones, 4 millones los ahorró ese trabajador durante su vida laboral mediante sus aportes, los restantes 6 millones los aportamos los demás colombianos, incluso los más pobres al pagar el famoso IVA, IVA que por cierto hoy pagan y se pretendía devolver a 40% de la población.

Son ellos, los que viven de las rentas del Estado y las empresas, los que manipularon a los jóvenes sin estudio y perjudicaron con su discurso político y desinformado a quienes están buscando conseguir su primer empleo, a quienes se encuentran en condiciones de pobreza, a quienes mantuvieron sus empleos por el subsidio a la nómina que salvó a las empresas para las que trabajan y, a los cuales, es importante aclarar, les hubieran mejorado sus condiciones de vida, si se hubiese aprobado una reforma tributaria que ni siquiera permitieron discutir.

No se dejen manipular, abran los ojos, ellos no los representan. Son ellos quienes con mezquindad e intereses políticos están manipulando la información, adueñándose de sus angustias y reclamos, con el fin obtener prebendas y poniendo en grave riesgo a toda una sociedad. Y sí, estamos en riesgo, no el Gobierno, es la institucionalidad y el Estado de Derecho, y el Estado somos todos, la mayoría de los colombianos que luchamos todos los días por salir adelante y estamos dispuestos a aportar y a trabajar con entrega y solidaridad por nuestro país.

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