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En Colombia casi que por consenso las distintas vertientes ideológicas exigen la implementación de una renta básica. Para exponerlo de la forma más simple posible, podemos decir que esta consiste en un giro no condicionado por parte del Gobierno, con el propósito de garantizar a una familia un ingreso mínimo, para mejorar sus condiciones de vida. En principio suena bien.
Existen iniciativas que pretenden que la renta básica llegue a 7,8 millones de hogares, casi 30 millones de personas, eso es 60% de la población. Otras buscan atender a 40% de la población que, son quienes se encuentran en condición de pobreza. Unos proponen que la renta básica sea indefinida y otros consideran que debe ser temporal ante la coyuntura. Algunos plantean sumas iguales a cada hogar y otros se inclinan por una focalización que tenga en cuenta el nivel de pobreza. A mayor pobreza, mayor transferencia y que se transfiera según los integrantes del hogar.
Se deben analizar los costos de estas propuestas. La más costosa, en la que se pretende entregar un salario mínimo mensual a 5,7 millones de hogares, cuesta la bobadita de $62 billones al año. Aclaremos lo siguiente, los recursos de inversión aprobados en el presupuesto este año, los más altos de la historia, ascienden a $58 billones. Es decir, si no se obtiene una fuente de recursos adicional, establecer esa renta implica la imposibilidad de la realización de obras de infraestructura, carreteras, colegios y hospitales. No se podrá tener matrícula cero ni se podrán otorgar subsidios a los servicios públicos, etc.
Por el contrario, si se busca fuente para financiar este gasto, se debería hacer una reforma tributaria sin precedentes, que implique tener absolutamente todos los bienes y servicios con un IVA de 19%, que los ciudadanos que ganen más de $1 millón mensual empiecen a pagar renta, entre otras medidas. La propuesta radicada en el Congreso, según calculan sus autores, cuesta mas de $37 billones al año. Ni la reforma tributaria presentada por el Gobierno que, según muchos, incendió el país, tenía esa pretensión de recaudo y eso que la misma buscaba pagar la deuda en que incurrimos por la pandemia.
Lo que es increíble es que quienes proponen la implementación de la renta básica, se oponen rotundamente a ampliar la base de IVA, a tocar a la “clase media”, crean gasto sin tener fuente. ¿De dónde saca el Estado los recursos sin que los ciudadanos contribuyamos con impuestos? Son populistas que nos endulzan el oído con mentiras.
Supongamos que aprobamos esta reforma y como país decidimos que todos vamos a pagar los impuestos que nos corresponden, que personas como yo pagaremos IVA por nuestros alimentos, que no mantendremos prebendas sectoriales obtenidas a través del lobby y eliminamos todas y cada una de las exenciones. Deliremos, digamos que sí, que estas medidas utópicas se implementan. ¿Qué pasa con el país?
Lo voy a decir sin el más mínimo asomo de duda. Nos volvemos Venezuela. ¿Quién le va a decir a una empleada doméstica o a un obrero con jornadas de 48 horas a la semana, que va a recibir lo mismo que una persona que no trabaja y que se queda en su casa esperando el giro del Gobierno? ¿Qué incentivo existe para trabajar? Es cierto que como sociedad tenemos la obligación de proteger a nuestros adultos mayores sin pensión, a ellos les debemos ayudar para que puedan tener una vida digna, pero es inadmisible que personas con todas las capacidades se recuesten en quienes se levantan todos los días a luchar y trabajar en busca de su sustento, ellos no deben cargar a sus espaldas con quienes exigen que el Estado les de todo.
No podemos acostumbrar a nuestra sociedad a ser mantenida. Sí se establece una renta básica, esta debe ser mínima y temporal. Mejor invertir esos recursos en generar oportunidades.