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Creo que es un momento en el que todos y cada uno de los colombianos debemos convertirnos en actores políticos en el mismo sentido en el que lo concibieron en la antigua Grecia; debemos preocuparnos por lo público, por el devenir de nuestra sociedad, participar activamente en la toma de decisiones que nos afectan y sobre todo, ejercer control sobre nuestras autoridades y representantes. No podemos seguir siendo indolentes
Hoy nuestra sociedad está en riesgo. Los grandes avances que hemos logrado en materia de salud, servicios públicos, educación y seguridad empiezan a desvanecerse. La falta de preparación de gran parte de los funcionarios, las posturas dogmáticas sin sustento técnico, la ambigüedad frente a todo tipo de delincuencia, el desprecio por la iniciativa privada, el desconocimiento de las instituciones, el continuo atropello de la ley y la falta de políticas públicas claras, nos obligan a todos los ciudadanos a levantar la voz, a exigir el respeto del Estado Social de Derecho y el estricto cumplimiento de la ley.
Debemos exigir a todos y cada uno de los actores responsabilidad, claridad y respeto. El presidente y sus ministros deben dejar el discurso según el cual no lo quieren dejar gobernar, lo quieren tumbar, la oligarquía tiene sumido al país en todos sus problemas, etc y por el bien del país, asumir su responsabilidad por las malas decisiones, la falta de preparación, su nula capacidad gerencial y de ejecución. Dedíquense a gobernar para todos y preocúpense más por lo que pasa en nuestro país en vez de estar pensando en la salvación de la humanidad.
El Congreso debe hablarle de forma clara a los ciudadanos y expresar con contundencia y sin ambigüedades su postura frente a las grandes discusiones de país que están sometidas a su deliberación. No más jugadas para aprobar por la puerta de atrás proyectos como el de la salud, tal y como ocurrió en la Cámara de Representantes, donde los partidos liberal, conservador y la U dijeron en los micrófonos que no la apoyaban y, por detrás con intereses mezquinos, ayudaron a su éxito. El castigo social y político debe aplicarse a todos y cada uno de ellos.
Los organismos de control deben dedicarse a cumplir con sus deberes, defender las instituciones y no inmiscuirse en asuntos que no son de su competencia. No pueden utilizar estas entidades para justificar sus aspiraciones personales. Las Cortes no pueden dejarse envolver en discusiones y conveniencias políticas que no son de su resorte y deben administrar justicia para preservar la confianza y seguridad en las instituciones.
Los ciudadanos tenemos la responsabilidad de no replicar información falsa, de no agredir a quien piensa distinto, de respetar las distintas opiniones. No podemos caer en la bajeza de atacar a las personas. Se controvierten las ideas no se descalifican las personas. Los medios de comunicación deben gozar de protección y de libertad para informar, al tiempo que deben preservar el rigor periodístico y ser claros entre el contenido de la información noticiosa y cuando se expresan opiniones editoriales, con el fin de respetar a los ciudadanos. Todos los ciudadanos como actores políticos tenemos que tener la madurez para reconocer los aciertos, exigir que se retome el rumbo en los casos en los que se haya perdido, así como para criticar lo que se está haciendo mal.
Estoy convencido de que el Gobierno se equivoca, veo improvisación en sus decisiones y desconocimiento de la historia y las lecciones aprendidas. Considero que todos los que creemos en el libre mercado y la iniciativa privada debemos comprometernos a protegerlas. Todos los ciudadanos debemos ser activos y asumir nuestra responsabilidad en el devenir de lo público, reclamar resultados, consensos, exigir el respeto de la ley y velar por el adecuado uso y destinación de los recursos públicos. Es por esto que hoy manifiesto que soy un actor político e invito a todos y cada uno a hacer lo mismo.