MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
La presentación de la tercera oferta pública de adquisición de acciones OPA por parte del Grupo Gilinski por Sura y Nutresa debe dejar reflexiones que pueden analizarse desde diferentes ángulos y arrojarnos distintas conclusiones, según la parte de la mesa en que se encuentre quien las analiza. Aquí algunas consideraciones
Es claro que Gilinski y su grupo llevaban mucho tiempo analizando y preparando la operación y que a las autoridades se les advirtió con suficiente antelación para analizar la misma y exigir toda la documentación necesaria para autorizar y permitir la misma. Se hizo con juicio.
Sin embargo, resulta por lo menos extraño que las directivas del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) no las haya visto venir o que le hayan restado importancia a tal intención y, queda la impresión de que los hubiera tomado por sorpresa y con poca capacidad de reacción. ¿Seguirán manteniendo su control?
No menos cierto es que al ver que se ha presentado una tercera OPA se debe dar la razón al GEA y a sus administradores, en el sentido de que por lo menos la primera de ellas subvaloraba completamente el precio de las compañías y no reconocía su valor real y potencial.
Al analizar la diferencia en precio por las acciones de Sura se observa que la tercera oferta es 23% superior a la primera y más significativo en el caso de Nutresa en la que la diferencia alcanza 63%. Golpes de pecho se deben estar dando tanto las administradoras de fondos de pensiones y los inversionistas individuales que no supieron leer el momento y dejaron de ganar una importante cantidad de dinero.
Preocupante, o al menos inquietante, es ver los valores iniciales en los que estaban las acciones de las dos compañías antes de la primera oferta, nos muestra que nuestro incipiente mercado de valores y la escasa penetración de nuestra bolsa no permitieron en muchos años la democratización de la propiedad accionaria de las empresas ni la valoración real de nuestros mercados y activos.
Triste ver lo poco profundo de nuestros analistas de mercado y las escasas transacciones que mantuvieron las acciones casi inmóviles, sin reflejar el valor de las compañías y sin absorber el crecimiento de estas. Igual, resulta interesante analizar los gobiernos corporativos que no reflejaron mayores utilidades para los inversionistas al momento del reparto de dividendos.
De otra parte, es de aplaudir que Gilinski quiera seguir invirtiendo en el país y a la fecha haya inyectado capital fresco por más de $9 billones, lo que demuestra la confianza en nuestra economía, en nuestras instituciones, así como en los administradores de las compañías, cree en el crecimiento y proyección que los mismos le han venido dando.
El GEA es un gran caso de éxito del cual quieren sacar provecho. Como en tierra de ciegos el tuerto es rey, es el momento de invertir en Colombia, cuando se observan las demás economías latinoamericanas y sus debilidades políticas e institucionales, se llega a la certeza de que es el momento para atraer inversión y que el país es quien mayor seguridad, rentabilidad y estabilidad le está ofreciendo a los inversionistas en la región.
Un mensaje a quienes vendieron sus acciones es que no saquen del país los recursos, como lo hizo Gilinski, sigan creyendo en el país y reinviertan hoy esos más de $9 billones que entraron líquidos en la generación y financiación de nuevos proyectos. Utilícenlos para capitalizar empresas que puedan llegar a tener el éxito que ha tenido el GEA.
Es el momento para que más compañías se arriesguen a entrar al mercado público de valores y busquen un nuevo mecanismo para fondear sus inversiones. Es la oportunidad de diversificar portafolios. Es hoy cuando los fondos de pensiones deben, dentro de la prudencia, asumir mayores riesgos para financiar emprendimientos e infraestructura que puedan convertirse en grandes negocios y apalancadores de crecimiento y desarrollo, con el fin de obtener mayores rentabilidades.