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Es hora de hacer un llamado a la prudencia, la decisión que se tome en este fin de año con respecto al salario mínimo, no debe obedecer al espíritu festivo propio de la época decembrina, debe ser el resultado de una reflexión profunda. El empleo, la inversión, las finanzas públicas y la economía, se deben proteger. La propuesta de los sindicatos de efectuar un aumento del 18% es absurda y está alejada de la realidad, muestra su poco o nulo compromiso con la sociedad y persigue únicamente su propio beneficio. Actúan con mezquindad y le dan la espalda a millones de colombianos.
Esta propuesta pone contra las cuerdas a los empleadores, llámense empresarios, tenderos, agricultores, así como a las personas que contratan un trabajador para que les ayude en sus hogares. En primer lugar, porque en la mesa de concertación los obligan a negociar con una pistola en la cabeza ya que el Presidente sostiene que los salarios deben aumentar considerablemente para reactivar el consumo y así la economía, no entiende que el aumento debe observar la realidad económica y que debe ser posible sufragarlo; pero más grave aún, por el miedo a que se fije en esa suma estrepitosa por decreto, así los obligan a negociar.
De aprobarse un incremento de tal magnitud, se pondrá en riesgo la sostenibilidad y rentabilidad de las empresas que no tendrán más remedio que prescindir de muchos de sus trabajadores, reducir su inversión ya fuertemente golpeada por la asfixiante reforma tributaria, teniendo que aumentar fuertemente el precio de sus productos y perder competitividad. Ni hablar de la catástrofe que implicaría la aprobación de la reforma laboral.
En efecto, esta reforma afectará a quien hoy no tiene trabajo, hará que esa esperanza esté cada vez mas lejana dado que la generación de empleo se frenará al aumentar sus costos, ya venimos viendo que en los últimos meses la tasa de desocupación se ha venido incrementando. El mismo drama sufrirá el 50% de los trabajadores que hoy se encuentran en la informalidad, su sueño de migrar a un empleo formal se desvanecerá al alejarlos más de la posibilidad de obtener los beneficios de la seguridad social por el aumento en los costos laborales
Un incremento de esta magnitud, disparará la inflación y sin lugar a dudas, echará al traste el esfuerzo que con tanta responsabilidad ha venido haciendo el Banco de la República por contenerla, que dicho sea de paso, así se quiera maquillar y mostrar las leves reducciones como una gran noticia, sigue estando por las nubes, estamos celebrando que hoy se ubica por encima del 10% y que en el mejor de los casos termine el año un poco por debajo de esta cifra, no nos engañemos, como vamos, vamos mal. Querer incrementar los ingresos laborales sin sustento técnico es rociar gasolina sobre el incendio que hoy tenemos.
También, impactará severamente las finanzas públicas debido a que incrementará el costo de las pensiones de salario mínimo y pondrá en riesgo el pago de las mismas, no se nos puede olvidar que las cuentas para el próximo año no cuadran y que como lo mencionó el Comité de la Regla Fiscal, la sostenibilidad está en riesgo, el presupuesto no aguanta más presiones y el recorte que se debe hacer no da espera. Más aun cuando el Gobierno en cada anunció pretende generar mayor gasto, frenar la inversión privada y reducir las fuentes de ingresos. Es absurdo.
De aprobarse un aumento en el salario mínimo de esta dimensión, la inflación crecerá considerablemente y en consecuencia las tasas de interés no cederán. Es un imperativo controlar la inflación y este aumento será pegarse un tiro en el pie. Afectará todos los eslabones de la sociedad, destruirá empresas, generará desempleo y profundizará la informalidad, aumentará el costo de vida, atentará contra la inversión y contrario a lo que afirma el Gobierno, se constituirá en un freno de mano a cualquier intento de reactivación, seguirá estancando el crecimiento económico del país que galopa hacia la recesión. El sector productivo no aguanta más.