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Colombia está parada sobre un tesoro de hidrocarburos, pero no se decide a buscarlo. Le permitiría espantar la pérdida de la autosuficiencia petrolera post-2025, que puede sobrevenir por el agotamiento de las reservas de petróleo y gas convencional.
A Ecopetrol le corresponde liderar la búsqueda de ese tesoro, representado en los llamados Yacimientos No Convencionales (YNC). A diferencia de los convencionales, que se hallan en areniscas a través de las cuales fluyen, los YNC están atrapados en rocas generadoras poco permeables.
Después de Estados Unidos y Argentina, Colombia posee, tal vez, la reserva más grande de estos hidrocarburos en el hemisferio. Los YNC deben convertirse en el ‘blindaje’ para conservar por varias décadas la soberanía energética. Evitarían volver a ser importadores de combustibles y sufrir un fuerte impacto sobre las divisas que recibimos por la venta de otros productos de exportación.
Estudios realizados por firmas independientes, por Ecopetrol y por el Gobierno Nacional arrojan que el potencial de los YNC en el Valle Medio del Magdalena puede ser entre 3.000 y 7.000 millones de barriles de crudo liviano y 20 tirapiés cúbicos de gas extraíbles.
Estos volúmenes duplicarían o triplicarían las reservas probadas de crudo del país y quintuplicarían las de gas. Se aseguraría con holgura la soberanía energética más allá del 2040.
Si contamos con los socios y la tecnología apropiados, y si los cálculos económicos arrojan rentabilidad, el Magdalena Medio volvería a ser la mayor zona productora del país, como lo fue por espacio de 90 años. En esta región privilegiada existe toda la infraestructura de superficie, la refinería de Barrancabermeja y una población que conoce, trabaja y estima al petróleo.
Se ha calculado que, por barril, la creación de puestos de trabajo de los YNC es tres veces superior al de los yacimientos convencionales. En la provincia de Neuquén en Argentina se espera crear 70.000 empleos por esta industria. Los YNC son intensivos en productos de la industria local.
Para Ecopetrol, la explotación de YNC podría aumentar la vida media de las reservas petroleras de cinco a 11 años, con un evidente beneficio para el valor de la empresa y la economía del país.
En Ecopetrol estamos convencidos de que el eje de crecimiento rentable de las reservas y producción entre 2020 y 2030 debe estar soportado en cuatro pilares: 1) El desarrollo de perforación infill y proyectos de recobro mejorado en nuestros campos maduros; 2) la exploración costa afuera y en el territorio continental, tanto en Colombia como en el exterior; 3) la compra de reservas en Colombia y países de las Américas; y 4) La explotación de los YNC en el Magdalena Medio. Todo ello enmarcado en una estricta disciplina de capital.
De posibilitarse la extracción de YNC, habría crudo suficiente para cargar las refinerías, lo cual viabilizaría la modernización por fases de la de Barrancabermeja; mejoraría el balance entre crudo liviano y pesado de Colombia, y garantizaría el abastecimiento de hidrocarburos líquidos en el centro del país.
Lo contrario también es cierto, sin crudo para cargarla, no se justificaría acelerar Plan Maestro de la Refinería de Barrancabermeja.
Pero lo más relevante sería la generación de una mayor riqueza para trabajadores y empleados de empresas locales y municipios de una zona crítica del país. Permitiría reducir los índices de necesidades básicas insatisfechas de la población, así como una fuente de recursos para financiar el posconflicto.
En un escenario conservador, y con un precio entre US$60 y US$80 por barril en la próxima década, y con tecnología de punta, el potencial de producción en los YNC podría llegar a 250.000 barriles de petróleo equivalente por día. Su desarrollo demandaría inversiones entre US$15.000 millones y US$40.000 millones en los próximos 25 años. Ello dinamizaría la economía del Magdalena Medio y del país.
No hay en Colombia un proyecto económico y regional de magnitud similar. Es el mayor “Proyecto País” de la próxima década. Representa entre dos y siete veces las 4G. Así lo es para Estados Unidos y para Argentina, por su inmenso potencial de producir energía barata, jalonar inversión y dinamizar el empleo. Esas son las claves de la competitividad de cualquier país.
Adicionalmente, representarían ingresos entre $30 y $90 billones en regalías, impuestos y dividendos para las regiones y la Nación.
En caso contrario, debemos entender que una vez perdida la autosuficiencia petrolera en el mediano plazo, tendríamos poco margen para sustituir las exportaciones de petróleo y sus derivados, cuyo monto asciende a unos US$25.000 millones al año, por otros productos con similar valor.
Esto significaría que las divisas generadas por la agricultura, la industria y el turismo, las tendríamos que destinar a comprar combustibles en el exterior. Podría darse una caída de entre el 70% y 80% en nuestra capacidad de importar bienes de capital, materias primas o bienes de consumo. Una historia que vivió Colombia en los años 70 y que nadie quiere repetir.
Está demostrado que es posible hacer con responsabilidad la estimulación hidráulica en YNC. Sin poner en riesgo las fuentes hídricas, en sana convivencia con el medio ambiente y con prosperidad compartida con las comunidades.
Debemos liderar esta discusión con argumentos técnicos y rigor científico. En ese espíritu, el 15 de julio convocamos un foro científico en Barrancabermeja, la USO, la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleo y Ecopetrol, cuya conclusión he tratado de presentar en este texto.
Coincidimos en que Colombia no puede ser ajena a la nueva realidad del mercado mundial del petróleo, que ha sido puesto “patas arriba” por los YNC de Estados Unidos. Los norteamericanos pasaron de producir cinco millones de barriles de petróleo por día a diez; recobraron la autosuficiencia; generaron empleo; se volvieron exportadores de petróleo y gas; redujeron costos de energía; alcanzaron a Rusia y Arabia Saudita en producción petrolera; y ahora despiertan el interés de muchas empresas, atraídas por la abundancia energética.
Este es un tema que toca las fibras de la soberanía energética tal como ha sucedido en ese país. Contamos con una regulación moderna y estricta, incluso más severa que la de EE.UU., Canadá y Argentina, lo que obliga a la industria a ser en extremo rigurosa en la puesta en marcha de este tipo de iniciativas.
El futuro de largo plazo de los hidrocarburos del territorio firme de Colombia estará soportado, en buena parte, en el desarrollo de los YNC del Magdalena Medio. Debemos asumir su defensa con debates técnicos para demostrar que no hay que escoger entre petróleo o agua, sino que es posible el desarrollo de los hidrocarburos y la protección del agua de forma simultánea.
El petróleo originado en los YNC permitirá pagar la paz, la salud y la educación, las pensiones y atraer industrias a que se localicen en Colombia. Las ganancias sociales que ha dejado el petróleo en los últimos treinta años no deben perderse. No podemos dejar enterrado este inmenso tesoro. Sería un error histórico y una mala herencia para nuestros hijos, y dejaría muy poco margen de maniobra a los gobiernos venideros.