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La famosa frase “too big to fail” fue popularizada durante la crisis financiera de 2008 para describir la disyuntiva que tenía el gobierno de los Estados Unidos en especial, la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro, entre rescatar (“bailout”) o dejar que colapsaran (“failed”) los cinco bancos de inversión más grandes de los Estados Unidos en ese momento (Lehman Brothers, Bearn Sterns, Merril Lynch, Goldman Sachs y Morgan Stanley) Al final, tres de ellos desaparecieron. Lehman Brothers fue liquidado (sin embargo, las operaciones de Lehman en Estados Unidos fueron trasladadas a Barclays con el fin de evitar mayores daños al sistema financiero), Bearn Sterns and Merrill Lynch fueron adquiridos por JP Morgan y Bank of America respectivamente, bajo la “coordinación” de las autoridades monetarias norteamericanas y Goldman Sachs y Morgan Stanley, fueron rescatados, cada uno recibió prestamos superiores a los US$10.000 millones.
En 2010, el entonces gerente de la Reserva Federal, Ben Bernanke definió una empresa “too big to fail” como “aquella cuyo tamaño, complejidad, interconectividad y funciones son tales que, si esa empresa se liquida de manera inesperada, la economía en general puede sufrir consecuencias adversas. Los gobiernos les proporcionan ayudas a esas empresas “too big to fail” no para favorecer a sus gerentes, accionistas o acreedores, sino porque al comparar los costos y efectos que tendría el colapso desordenado sobre la economía o los costos del rescate, estos últimos serían menores.”
En el caso de Avianca había al menos cuatro preguntas que el Gobierno tuvo que hacerse frente a la situación de la aerolínea. La primera, ¿era más costoso rescatar Avianca (a través de un préstamo directo, una garantía, una inyección de capital o una nacionalización de las operaciones en Colombia) o eran más costosas las consecuencias que tendría su quiebra sobre la economía nacional (como pérdidas de empleos directos e indirectos, desaparición de la noche a la mañana de la mitad de la oferta área tanto nacional como internacional, efectos en el sector turismo y exportador, etc.)?
La segunda pregunta era, ¿qué capacidad financiera tiene el Gobierno actualmente para otorgar un “bailout” multimillonario cuando el recaudo de impuestos cada día es menor como consecuencia directa de la contracción económica, cuando la tasa de desempleo puede llegar a 20% este año, cuando los trabajadores informales (que son la mitad de los colombianos en edad trabajar) no han tenido ingresos en las últimas ocho semanas y las empresas pequeñas y medianas que han tratado de mantener sus nóminas están teniendo problemas para pagarlas?
La tercera pregunta tenía que ver con la estructura corporativa de Avianca. La casa matriz (“ the holding company”) está registrada en Panamá y varias de las subsidiarias están registradas en otras jurisdicciones. ¿Debía una posible ayuda del gobierno colombiano ir a la holding de Panamá para que cumpliera sus obligaciones financieras, o si se nacionalizan las operaciones de Avianca en Colombia, no hubiera abierto la puerta para demandas multimillonarias de accionistas y acreedores contra el gobierno colombiano, posiblemente ante cortes federales y/o tribunales de arbitramentos en los Estados Unidos.?
La cuarta pregunta era en relación a la situación financiera de la empresa. ¿Estaba Avianca frente a una situación de iliquidez ocasionada por la crisis sanitaria y la cuarentena, o ante una situación de insolvencia generada por un endeudamiento excesivo que aconteció en los últimos años para financiar un crecimiento desmedido que incluyó operaciones no rentables?
Como la respuesta a la última pregunta fue insolvencia, lo más apropiado fue buscar la protección de un proceso de reorganización. Por la estructura corporativa (de carácter internacional), por el volumen de operaciones en suelo estadounidense y el domicilio de varios de sus acreedores en ese país, lo más lógico era presentar una solicitud de reorganización bajo “Chapter 11” del código de quiebras de los Estados Unidos. Chapter 11 es el procedimiento de reorganización que en las últimas dos décadas han usado otras aerolíneas como American, Delta, United y la misma Avianca (en el 2004) para reducir sus niveles de endeudamiento, continuar sus operaciones y no tener el temor que sus bienes (flota aérea) pueda ser embargada en cualquier momento. Bajo esta modalidad de reestructuración (no de liquidación), el equipo gerencial probablemente será mantenido, una gran parte de los empleos serán preservados, las operaciones en Colombia y la marca (que son las joyas de la corona) no desaparecerán. Los acreedores tendrán que aceptar pérdidas parciales en sus títulos crediticios y se convertirán en los nuevos dueños (a no ser que vendan sus derechos a nuevos inversionistas.)
Avianca, actualmente, tiene unos estados financieros pésimos, pero es una empresa valiosísima y que cuenta con una posición envidiable en el mercado aéreo colombiano, simplemente tenía que buscar la ruta adecuada que le permitiera continuar transportando a todos los colombianos por 100 años más. Esa ruta era a través de “chapter 11” en una corte federal de bancarrotas en Nueva York.