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En una entrevista reciente la mamá de Rodolfo Hernández, una señora de 97 años, del campo y quien solo pudo estudiar hasta tercer año de primaria, cuando le preguntaron por la candidatura de Petro, dijo “no me entra… no le veo buenas intenciones con el pueblo….” Esa afirmación, me recordó a mis cuatro abuelos quienes vinieron del campo, fueron pobres y solo estudiaron uno o dos años de la primaria, y si estuvieran vivos muy seguramente estarían diciendo lo mismo que la señora de Hernández, que no hay manera de confiarle nuestra democracia, nuestra economía, nuestras libertades y derechos individuales a Gustavo Petro.
La opinión de la señora Hernández no es una posición aislada o por ser la mamá del otro candidato presidencial que disputará la segunda vuelta, por el contrario, las encuestas siempre han demostrado que a mayor edad (e independientemente del nivel educativo o socio económico), el apoyo a la candidatura de Petro disminuye proporcionalmente. Tal vez, se aplica lo del refrán popular “más sabe el diablo por viejo que por diablo".
La confianza en nuestra democracia y en esa franja de votantes independientes (como la de nuestro adultos mayores) me llevó afirmar en estas mismas páginas en julio 2021: “Si la historia es un indicativo, Petro no tendría un camino fácil en la segunda vuelta en 2022.” Por un lado, era obvio que una franja importantísima del electorado (alrededor de 40%) venía acompañando a Petro desde 2018 (independiente de las propuestas absurdas o peligrosas que planteara), y sumado a la impopularidad del gobierno Duque, tenía asegurado un cupo en la segunda vuelta. La buena noticia, era que alrededor de 60% de los colombianos no íbamos apoyar esa opción de izquierda populista.
Sin embargo, la incógnita hace un año era quien iba a competir contra Petro en la segunda vuelta. Después de las consultas de marzo, tanto Fico Gutiérrez como Sergio Fajardo tuvieron la oportunidad de convertirse en esa opción de centro. Desafortunadamente, Fico concentró todos sus esfuerzos en atacar solo a Petro, y Fajardo gastó sus mayores energías en criticar al gobierno Duque y al uribismo. En ese panorama, apareció Rodolfo Hernández quien entendió que había una mayoría que no quería un gobierno Petro, pero al mismo tiempo estaba cansada con el uribismo y quería un candidato que también tomara distancia del gobierno impopular de Duque.
Hasta hace unos meses, la mayoría de los colombianos no conocíamos el nombre de Rodolfo Hernández. En las últimas semanas hemos tratado de saber quién es y qué propone. Personalmente, hay aspectos que encuentro bastante interesantes. Como el hecho que es alguien que ha generado riqueza a través de su propia empresa e inversiones y quiere que muchos colombianos tengan la oportunidad de hacer lo mismo. Ahí hay un contraste muy grande con Petro, quien lleva más de cuatro décadas financiado por el estado colombiano (con sueldos de personero, concejal, congresista, diplomático, alcalde, y más la financiación de múltiple campañas electorales.)
También, le creo a Rodolfo Hernández cuando dice quiere trabajar por los 20 millones de colombianos que viven en la pobreza, porque el creció pobre. Petro, por el contrario, propone “democratizar/acabar” todas las instituciones que le han servido a él (como el Icetex que le prestó dinero como estudiante, como Ecopetrol donde ha salido el dinero con el que el Estado ha pagado sus sueldos, viáticos y demás prebendas de burócrata por varias décadas.)
Muchas de las propuestas de Rodolfo Hernández carecen de detalles específicos, sin embargo, en general están dirigidas al centro, o como él mismo lo ha dicho: “Cero Petro, Cero Uribe.”
Los colombianos, históricamente no hemos sido de extremos (de derecha o izquierda) y ojalá a partir del 7 de agosto se pueda iniciar ese proceso de despolarización que permita superar el clima de pánico, hostilidad y desconfianza en el que vive el país. La supervivencia de nuestra democracia depende que podamos vencer los extremistas. Rodolfo Hernández, tal vez es ese agente de cambio que la democracia nos está ofreciendo.