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Después de experimentar uno de los años de menor crecimiento en lo que va de este siglo, Colombia se apresta no solo a consolidar un cambio de tendencia en materia productiva, sino también a exhibir un entorno macroeconómico más balanceado. Esto implica que, aun cuando el ajuste que empezó hace ya más de tres años todavía continúa su curso, la fase más crítica de la desaceleración ha quedado atrás.
En primer lugar, pronosticamos que el crecimiento se acelere de 1,6% en 2017 a 2,5% en 2018. Los catalizadores de esta dinámica, entre los que se cuentan un entorno global más favorable, una reactivación de la inversión productiva, una inflación controlada, una política monetaria más flexible y un impulso creciente de la infraestructura, ganarán fuerza paulatinamente y se afianzarán una vez que concluya el proceso electoral.
En materia de precios, esperamos que la inflación cierre el presente año en 4%, con lo que se cumpliría por primera vez en tres años el rango meta del Emisor. Prevemos que en la primera mitad de 2018 la moderación en la variación de los precios persista, de forma que esta se ubicará durante 2018 en la mitad superior del objetivo de política. Así, mantenemos nuestra estimación de 3,5% para diciembre de 2018.
Por el buen comportamiento de la inflación en los próximos meses, y dado que la economía seguirá operando en el corto plazo con brecha del producto negativa y que la política fiscal tendrá un tono de austeridad, esperamos que el Banco de la República lleve la política monetaria a un terreno expansivo. De esta forma, la tasa repo cerraría el próximo año en 4,25%.
En el frente externo, a pesar de que el déficit en cuenta corriente seguirá corrigiéndose, su margen de ajuste será más limitado que el de los dos años previos. Esto se debe a que las exportaciones crecerán a una tasa más moderada, en tanto que las importaciones tenderán a acelerarse por la recuperación en la demanda interna. En el mediano plazo, estimamos que en promedio el déficit en cuenta corriente será 3,7% del PIB, nivel superior al promedio de países con similar calificación de riesgo.
Finalmente, si bien en el corto plazo el panorama fiscal está despejado, a partir de 2019 las perspectivas para las finanzas públicas se tornarán más retadoras. De este modo, para garantizar el cumplimiento de las metas previstas en la regla fiscal será necesario implementar una ambiciosa agenda de reformas, cuyo diseño y adopción le corresponderá liderar al próximo gobierno.
En conclusión, si bien subsisten desafíos significativos y la recuperación será menos acelerada que en otros momentos de nuestra historia, creemos que en 2018 Colombia disfrutará mejores condiciones macroeconómicas, con un crecimiento más balanceado entre los diferentes sectores productivos y con un repunte de la demanda interna que tomará más fuerza en los años subsiguientes.