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Analistas 14/06/2019

Maestros de la acrobacia

Juan Carlos Zuleta Acevedo
Consultor en Emprendimiento e Innovación

Pese al tiempo que demanda es necesario tener un ejercicio de planeación

Recuerdo que por allá en los años 90’s había un programa de televisión llamado “Maestros de la acrobacia”, en el que un acróbata lograba escapar en el último minuto de alguna situación en la que había puesto deliberadamente su vida en peligro, por ejemplo, estando esposado y con los ojos vendados dentro de una caja de madera cerrada, que a su vez estaba en llamas y suspendida a varias decenas de metros sobre el suelo. Todos los programas siempre terminaban bien o, por lo menos, ninguno de los que vi acabó en una tragedia, debido en gran medida a la preparación de los acróbatas, a su capacidad de improvisación y a la suerte.

El trabajo de un emprendedor es bastante similar al del acróbata del programa, no necesariamente porque esté arriesgando su vida -aunque más adelante el estrés le pueda pasar factura-, pero sí por estar invirtiendo gran parte de sus ahorros, renunciando a la estabilidad laboral como empleado y, sobre todo, dedicando muchísimo tiempo y esfuerzo a su emprendimiento que, además de estar sujeto a imprevistos, puede tardar bastante en alcanzar los resultados esperados.

No me equivoco al afirmar que en algún mal momento, cuando todo parece derrumbarse, a todos los emprendedores se nos ha pasado por la cabeza esta pregunta: ¿Por qué me metí en esto? Pero ahí ya estamos esposados, con los ojos vendados, dentro de una caja de madera en llamas y suspendida en el aire, y no nos queda otra opción que intentar escapar de la mejor manera posible para luego enfrentar la siguiente acrobacia.

Los ejercicios de planeación son muy importantes porque ayudan a prever muchas de las situaciones que pueden llegar a ocurrir y frente a las cuales habrá que tomar una o varias decisiones, habiendo estimado previamente cada una de las consecuencias: un sobrecosto, un retraso en el tiempo de entrega de un producto, un momento de iliquidez, la renuncia de una persona indispensable, un paro de planta, entre otras. De ahí la importancia de los árboles de decisión, de la teoría sobre los procesos de toma de decisiones y, sobre todo, de la experiencia personal.

Dado que un buen ejercicio de planeación exige disciplina y profundidad, muchos optan por no hacerlo debido al tiempo que les demanda -por no decir que les da pereza o tienen otras prioridades- y porque “les implica prepararse para situaciones que jamás van a suceder”. Eso dicen hasta que les pasa. ¿Quién puede predecir un desastre natural, un acto de terrorismo, un accidente, un corte de energía, un infarto?

Es verdad que hay situaciones impredecibles y por eso existen las aseguradoras; también es cierto que no todo se puede planear y que muchas veces habrá que dejar espacio para la improvisación y la recursividad, como el acróbata del programa. Pero a medida que se logre controlar la mayor cantidad de variables -o por lo menos las más críticas-, sí se podrá reducir la incertidumbre a la que está sometido el emprendimiento. Como dice el refrán: “guerra advertida, no mata soldado”.

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