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Esta semana tuve una de las satisfacciones más grandes que pocas personas se pueden dar en esta vida: presenciar el grado universitario de mi abuelo, a sus 99 años.
Mi abuelo, José María Acevedo Alzate, nació en Medellín el 2 de agosto de 1919. Fue el segundo de cuatro hermanos y desde muy pequeño se vio en la necesidad de trabajar para ayudar con el sostenimiento familiar. Solamente estudió la primaria y, de hecho, repitió quinto grado, pero no por ser mal estudiante sino porque en su escuela todavía no había primero de bachillerato.
Cuando decidió dejar la escuela para dedicarse de lleno a trabajar, le dijo a uno de sus compañeritos: “Ya aprendí las cuatro cosas necesarias para salir adelante en la vida: sumar, restar, multiplicar y dividir”.
Siempre le apasionaron los artículos eléctricos y uno de sus primeros trabajos fue como ayudante en un taller de reparaciones. El técnico que había, viendo la habilidad que tenía mi abuelo, le ocultaba con la espalda los procedimientos para que no aprendiera. Una día se enfermó el técnico y mi abuelo lo tuvo que reemplazar, y desde ese día se quedó con el puesto.
Tiempo después, un conocido le dijo algo que se le grabaría para siempre: “José María: usted tiene que comprar algo y luego venderlo, o fabricar algo para venderlo, porque de lo contrario, se va a quedar toda la vida como reparador”.
En 1940 comenzaron a escasear en muchos países de Latinoamérica los productos que se fabricaban en Estados Unidos, entre ellos los electrodomésticos, pues durante la Segunda Guerra Mundial las fábricas norteamericanas se habían dedicado a producir armamento para el ejército, generando desabastecimiento en el mercado.
En esa situación, mi abuelo vio una oportunidad de negocio a la que se dedicaría por el resto de su vida: “¿No seré capaz de fabricar en Colombia todos estos electrodomésticos importados que estoy reparando?”. Y ahí nació Industrias Haceb.
Sin embargo, en un principio la empresa se llamó Jacev, que correspondía a las iniciales de su nombre y apellido (José Acevedo), pero el primer cliente le puso como condición para comprarle que le cambiara al nombre la J por la H porque “en inglés sonaban igual”, y la V por la B porque “era más comercial”. Y se quedó Haceb.
Es bastante conocida la historia de cómo Industrias Haceb llegó a convertirse en el fabricante líder de electrodomésticos en Colombia. Solamente quisiera mencionar algo que me dijo mi abuelo hace poco: “Mijito, en mis 80 años como industrial nunca he tenido un año fácil, pero todos los objetivos que me he propuesto los he podido cumplir porque siempre he trabajado duro, con constancia y honestamente”. Y todavía hoy, a sus 99 años, va a trabajar todos los días a la oficina.
Abuelo: muchas felicitaciones por el grado honorífico como Ingeniero de Productividad y Calidad que te otorgó el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, de Medellín. No olvides pasar el lunes por la oficina de Recursos Humanos a ver si te suben el sueldo.