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Javier Milei, el nuevo presidente de Argentina, ha pronunciado un discurso de posesión inusual en dos aspectos claves, de los que deberíamos tomar atenta nota en Colombia.
El primero es la honestidad para reconocer que están ante una grave crisis, la cual no es sólo ni principalmente económica. La cruda realidad es que Argentina está arruinada y deprimida tras varias décadas de estatismo y progresismo socialista, con gastos estatales incontenibles, subsidios asistencialistas castrantes, pensiones estatizadas impagables, un sector productivo y empresarial aplastado por unas regulaciones asfixiantes y por unos impuestos insoportables, una inflación inaguantable, un endeudamiento estatal monstruoso y una impresión de dinero masiva e irresponsable. Más o menos el modelo que Petro quiere para Colombia.
Según Jared Diamond en su libro Crisis. Cómo reaccionan los países en los momentos decisivos, el primer paso para que un país salga de una situación crítica es reconocer la existencia de la crisis. Además, hay que aceptar la responsabilidad de hacer algo, evaluar la situación honestamente, tener paciencia con los fracasos, tener disposición para cambiar lo que no funciona y usar el ejemplo de otros países que hayan superado crisis perecidas.
El segundo aspecto aleccionador para los colombianos del discurso de Milei es exponerles a sus compatriotas, sin tapujos ni medias tintas, las duras e impopulares decisiones de reforma y ajuste que deberá adoptar su gobierno para empezar a enderezar el rumbo del país. Les anunció, al estilo del primer ministro Winston Churchill cuando les decía a los británicos en tiempos de la segunda guerra mundial que sólo les podía ofrecer “sangre, sudor y lágrimas”, que esperaran que la situación empeore en el corto plazo. El mensaje es que el sacrificio de hoy puede ser una recompensa mañana.
En situaciones como la que atraviesa Argentina y que está empezando a vivirse en Colombia, explicar la verdad a los ciudadanos y convocarlos a un esfuerzo colectivo es lo mínimo que se espera de gobernantes responsables. Las situaciones excepcionales requieren de liderazgos extraordinarios con la capacidad de fijar tanto los objetivos como las medidas necesarias, y éstos solo son posibles desde la convicción en unos determinados valores y principios.
Sin embargo, como decía Jean François Revel “hay una cosa moribunda en el mundo, que es la verdad”. Esto es especialmente cierto en el caso de la mayoría de nuestros dirigentes políticos. Es difícil encontrar alguno que tenga esa sencilla norma de conducta. Mientras la mayoría de ellos se posesionan cargados de promesas falaces y de anuncios de más gastos, Milei citó al gran profesor Jesús Huerta de Soto para quien “los planes contra la pobreza sólo generan más pobreza. La única forma de salir de la pobreza es con más libertad”. Luego dijo: “prefiero decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable” y agregó “no hay plata”.
Esto recuerda a Margaret Thatcher cuando decía: “no olvidemos nunca esta verdad fundamental: el Estado no tiene otra fuente de recursos que el dinero que la gente gana por sí misma. Si el Estado desea gastar más, sólo puede hacerlo pidiendo prestados sus ahorros o gravándolos más con impuestos. No es bueno pensar que alguien más pagará, ya que ese ‘alguien más’ eres tú. No existe el dinero público; solo hay dinero de los contribuyentes”.