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Analistas 07/06/2023

Aprendamos Macronomía

En medio de tanto gobernante demagogo y populista que brilla por su incompetencia, hay uno que saca la cara por sus logros tangibles: Emmanuel Macron. El presidente galo le ha cambiado la cara a Francia en los últimos seis años. De un país con mediocre crecimiento, con desempleo estructural crónico y con un sistema laboral inflexible, ha pasado a ser una de las economías más dinámicas de Europa.

En ese proceso le ha mejorado la vida a muchos ciudadanos y por eso la mayoría decidió recientemente que continúe en el poder cinco años más.

Macron llegó al gobierno en el 2017 presentándose como un ‘outsider’ político. Su principal planteamiento para Francia fue que la sacaría de su letargo económico y que la convertiría en una nación de emprendimiento; ágil, flexible y sobre todo, menos hostil hacia el empresariado. Pero una cosa es decirlo y otra muy distinta es hacerlo. Especialmente en un país con un sindicalismo muy fuerte que se opone a cualquier reforma que pretenda tocarle sus múltiples prebendas. Y vaya si lo hizo.

Desde que Macron llegó al poder ha puesto en marcha una serie de reformas con un marcado toque liberal. Entre ellas, se destacan una baja en los impuestos de renta corporativos de 33% a 25%, bajas a los impuestos a la clase media y una reforma laboral que abarató el despido e hizo que a las empresas les resultase más fácil contratar.

Por el camino, recortó los generosos beneficios de desempleo y eliminó el impuesto al patrimonio. También creó un fondo de $10 billones de euros para apoyar el emprendimiento en tecnología e innovación. Y su reciente reforma pensional, que pasó la edad de jubilación de 62 a 64 años, representó un acto de responsabilidad fiscal en un país que se acostumbró a manejar déficits fiscales pantagruélicos.

Todas estas reformas ya han empezado a dar sus frutos. El desempleo está en su nivel más bajo en los últimos 15 años (7%), y los salarios reales están creciendo entre 4% y 5%. Tradicionalmente las empresas francesas evitaban contratos a término indefinido porque las reglas de despido eran demasiado estrictas. En el 2015 menos de 45% de los contratos laborales eran indefinidos. Hoy esa proporción se acerca a 50%. El descenso del desempleo ha venido de la mano de una masiva creación de empresas. Cuando Macron llegó al poder en mayo de 2017 aproximadamente 620.000 empresas estaban abriendo sus puertas anualmente. Cinco años más tarde y una pandemia mediante, esa cifra ha superado el millón, lo que supone un incremento cercano a 65%.

Pero tal vez su mayor logro ha sido demostrar que se pueden emprender reformas importantes a pesar de lo impopulares que puedan ser. A menudo, entre más impopulares más importantes. Eso ha requerido coraje de Macron para resistir la feroz oposición que ha enfrentado en la calle, principalmente de un sindicalismo estatal aburguesado por años de concesiones excesivas.

Llama la atención que las fórmulas planteada por nuestro actual gobierno para resolver los problemas de Colombia, sean el opuesto absoluto a lo que se ha hecho en Francia. La fórmula de nuestro actual mandatario es subir los impuestos a la clase media, hacer más costosa e inflexible la contratación laboral y no tocar la edad de jubilación. Como dicen, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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