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El entendimiento general es que las armas de destrucción masiva son aquellas capaces de eliminar a un número muy elevado de personas de manera indiscriminada. En la historia de la humanidad han sido usadas en varias ocasiones con consecuencias devastadoras.
Los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, el uso de gas mostaza en la Primera Guerra Mundial, el agente naranja en Vietnam y recientemente el uso de armas químicas en Siria, son ejemplos del daño que pueden causar estas armas. Tan destructivas son que están prohibidas por diversos protocolos y tratados internacionales.
Sin embargo, entre más lo pienso más creo que hay un arma mucho más mortal y destructiva que las que comúnmente se definen como de destrucción masiva. Esta arma, que ha arrasado millones de vidas en la historia, es la ideología. Por causa de la ideología ha habido todo tipo de genocidios, masacres y guerras.
En nombre del extremismo religioso, el nacionalismo, el fascismo y el comunismo han muerto más personas que en guerras mundiales. Sólo al comunismo estalinista, maoísta, camboyano, norcoreano y cubano se le atribuyen más de 150 millones de muertos por hambrunas, desplazamiento, represión, desapariciones, masacres, etc.
Su ideología, incompetencia y corrupción nos dejará en los rines
Hoy en Colombia estamos padeciendo los estragos del extremismo ideológico a manos del gobierno actual. Ideas como la de que hay que eliminar la autosuficiencia de hidrocarburos, estatizar la salud, decrecer la economía, legalizar la droga, condonar delincuentes, promover el minifundio agrícola, aumentar el costo del trabajo y exprimir al sector privado con impuestos, le costarán al país cientos de miles de vidas. Tal vez no todas esas vidas serán físicas, pero cuando no se tiene acceso a una vida digna, cuando no se puede proveer sustento a una familia, cuando se vive encerrado por miedo a la inseguridad y cuando el estado se lleva más que lo justo de nuestro trabajo, estamos medio muertos en vida.
Ya estamos viendo las consecuencias de estas ideas regresivas. Se reporta que el secuestro, la extorsión y el asesinato están en ascenso. Estamos a semanas de empezar a pagar un gas más caro por cuenta del capricho ideológico de que el gas de fracking es perverso en Colombia pero bueno cuando es importado. Oímos historias de personas que están teniendo dificultades para recibir atención médica y a las que les está tocando cambiar de EPS, acceder a tratamientos entrando por urgencias o endeudarse para acceder a diagnósticos privados.
Importamos muchos de nuestros alimentos básicos y ponemos a nuestros pobres a pagar más porque se desconfía del gran capital para desarrollar el campo. Se quiere seguir aumentando el costo del trabajo promoviendo así la informalidad y el desempleo. No se invierte en infraestructura vial porque dizque solo beneficia a los ricos. Y tal vez la más perversa de todas las ideologías es darle legitimidad a guerrillas marxistas anacrónicas que lo único que hacen es sembrar destrucción.
Quedan dos años de gobierno. Su ideología, incompetencia y corrupción nos dejará en los rines. Pero estoy confiado en que nos podremos recuperar porque ya sabemos qué políticas funcionaron en el pasado. No por nada en los últimos 30 años el país progresó enormemente. Lo que no nos podemos permitir es darle a estas ideas fracasadas otros cuatro años por qué ahí si nos lleva el diablo.