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Estoy convencido de que el ser humano tiene un sesgo negativo. Tendemos a imaginar el peor escenario, seguramente con el fin de tomar acción para prevenirlo. Debe ser un rasgo evolutivo que era necesario para que nuestros antepasados sobrevivieran y los forzara a huir de una amenaza. Sin embargo, en estos tiempos, ese atributo genético nos juega malas pasadas y a mencorudo nos impide ver el ‘big picture’, -expresión que significa algo así como el gran contexto-.
Después de la victoria de Petro muchos imaginamos lo peor. No era para menos, después de lo que vimos en su campaña y lo que padecimos en su alcaldía. Un año después hay muchas razones para seguir siendo pesimistas. No obstante, si nos detenemos a ver el ‘big picture’, podemos vislumbrar un ángulo menos oscuro. Tal vez, en un contexto histórico, lo que estamos viviendo hace parte de un proceso necesario para convertirnos en un mejor país.
Me explico. Era previsible que en algún momento nos tocara un gobierno de izquierda populista. Al fin y al cabo es algo que está de moda en nuestra región. Lo importante era que de ese experimento saliéramos vivos. Ya se pueden ver atisbos de que podemos salir con magulladuras pero no lisiados. En primer lugar, la separación de poderes y las instituciones de control están operando para frenar los atentados contra nuestro estado de derecho. El Consejo de Estado y la Corte Constitucional han proferido decisiones que dejan claro que no aceptarán abusos legales.
La fiscalía esta haciendo lo propio para destapar lo que parecen ser actos de corrupción electoral. En segundo lugar, la coalición de gobierno se rompió, demostrando que la responsabilidad política existe y que los políticos no se van a inmolar por un gobierno cada vez más desprestigiado. En tercer lugar, la ‘calle’ de Petro se esfumó, demostrando que la gente no es bruta y que cuando ven desaciertos se cuestionan sus lealtades.
Otra señal de que la nave puede resistir es que la economía sigue su curso y los nubarrones más negros empiezan a despejarse. Estamos dándonos cuenta que la colombia trabajadora conformada por millones de trabajadores y miles de empresas, es mucho más que un mal gobierno. A través de los años hemos enfrentado todo tipo de amenazas: carteles, guerrillas y paramilitares, y mal que bien hemos progresado.
Esta vez no será diferente. ¿Por qué? La clase media colombiana se amplió considerablemente en los últimos 30 años y la pobreza multidimensional cedió. Aunque un gobierno mediocre puede frenar, es mi sentir que muchos de estos logros son irreversibles. La gente que ya progresó y que es dueña de su destino, luchará por no perder lo conseguido.
A pesar de que la economía se ha desacelerado, el ‘big picture’ nos sugiere que la economía colombiana es resiliente. Los déficits gemelos están bajando, la inflación está aflojando y es previsible que el Banco de la República empiece a bajar tasas en breve.
Ante estas mejoras y con el hundimiento de la reforma a la salud y el enfriamiento de la pensional y la laboral, los inversionistas internacionales parece que ya le han perdido el miedo a Petro. Para la muestra la mejora de la prima de riesgo de nuestros bonos internacionales.
A menudo se dice que las crisis son buenas. Nos hacen valorar y aprender. Por eso no perdamos de vista el ‘big picture’, para hallarle sentido al viejo adagio de que ‘no hay mal que por bien no venga’.