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Esta semana cumplo dos meses como Senador de la República y quiero contarles que ha sido una experiencia muy distinta a la que yo esperaba.
Aunque gracias a mi madre intuía a qué me enfrentaría, al regresar a Colombia después de trabajar, estudiar y formar una familia en el exterior, me encontré con un panorama político muy diferente al de tiempo atrás.
Esta situación me puso al frente retos personales y profesionales que he logrado sortear de forma positiva gracias a la ayuda y a los consejos de colegas y personas extraordinarias que he tenido la fortuna de encontrar en este camino.
Precisamente una de las experiencias más enriquecedoras de estos meses ha sido conocer y compartir espacios con el profesor Antanas Mockus, y tener la oportunidad de entender a fondo la magnitud de su mensaje, la transparencia de sus palabras y la bondad de su corazón.
Desde que sigo su carrera política nunca he dudado de la gran persona que es. Compartir y conversar con él en reuniones tanto de trabajo como en otras un poco más informales, me ha dejado ver que más allá de un líder nato Mockus es un ser humano excepcional cuyo mensaje la mayoría de los colombianos aún no hemos logrado comprender. Mockus no calcula nada, él simplemente dice lo que piensa, y todo lo que piensa es positivo, propositivo y transparente.
El profesor Mockus es, además, respetuoso de las ideas ajenas. Cuando nos posesionamos como senadores había divisiones por la Comisión Constitucional a la que cada uno iría.
Para nadie es un secreto que hay unas más apetecidas que otras, y justo cuando nadie quería ir a la segunda -la de política internacional, entre otros temas-, él, el congresista más votado del Partido Alianza Verde y el segundo más votado de Colombia, dijo que para que todos estuvieran contentos él se iba para esa comisión.
Al final los senadores, con un la lección de humildad aprendida, llegamos a un acuerdo para que él integrara la que coordina los temas educativos del país, tal cual era su preferencia.
Es también destacable su particular sentido del humor: Mockus cuenta con la invaluable capacidad de burlarse de sí mismo, de sus defectos como ser humano y hasta de sus dificultades de salud. Cada chiste o comentario sarcástico suyo es una nueva lección de humildad, de valorar la vida, lo que somos y lo que tenemos.
Antanas Mockus no solo enseña sobre el fondo de las ideas sino sobre la forma de discutirlas, de tratarlas y de respetarlas; no acude al agravio o a la acusación personal para defender aquello en lo que él cree sino al ejemplo, a la argumentación, a la escucha, y eso es tal vez lo que más falta nos hace a los colombianos: ser empáticos con quienes piensan diferente.