MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Colombia es un país que ha sufrido las consecuencias de la violencia, los secuestros, las desapariciones y el consumo de drogas durante décadas. Estas situaciones han generado un impacto negativo en la salud mental de millones de colombianos, que muchas veces no reciben la atención adecuada ni el apoyo necesario para superar sus traumas y dificultades. La salud mental sigue siendo un tema tabú, estigmatizado y relegado en la agenda pública y en la cultura nacional.
Sin embargo, la salud mental es un derecho humano fundamental, que debe ser garantizado y protegido por el Estado y la sociedad. La salud mental es un factor determinante para el bienestar, el desarrollo y la paz de una nación. La salud mental influye en la forma como las personas piensan, sienten y actúan, y en su capacidad para afrontar los retos y las oportunidades de la vida.
La larga historia de violencia y conflicto ha dejado heridas psicológicas que persisten en generaciones enteras. La incertidumbre económica, la pobreza, la falta de oportunidades y la desigualdad social se han convertido en una carga pesada que afecta la salud mental de muchas personas
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020 la tasa de suicidios en Colombia fue de 5,4 por cada 100.000 habitantes, mucho menor que la media mundial de 9,25 por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, entre enero y julio de 2023, la tasa de suicidios se incrementó en 15,73% con respecto al mismo periodo de 2022, pasando de 1.564 a 1.810 casos. Detrás de estas cifras alarmantes se encuentran historias de sufrimiento humano, familias destrozadas y vidas que podrían haberse salvado con el apoyo adecuado.
Para enfrentar este desafío, se requiere de una estrategia integral, que involucre a todos los sectores y actores sociales, y que se base en la prevención, el tratamiento y la rehabilitación de los problemas y trastornos mentales. Se necesita también de una mayor inversión y de una mejor calidad en los servicios de salud mental, que sean accesibles, oportunos y efectivos para toda la población. Se debe promover la educación y la sensibilización sobre la importancia de la salud mental, y combatir el estigma y la discriminación que sufren las personas con problemas de salud mental.
En el corazón de este desafío está el papel esencial de la familia. En un país donde los lazos familiares son fuertes, se presenta una oportunidad valiosa para abordar los problemas de salud mental desde su raíz. Los lazos familiares deben ser espacios seguros donde se fomente la comunicación abierta, el apoyo emocional y la comprensión mutua. Un simple abrazo, una palabra de aliento o un “te quiero” pueden marcar una diferencia significativa en la vida de alguien que lucha con una depresión.
La cultura colombiana, arraigada en la fortaleza y la solidaridad comunitaria, tiene el potencial de transformar la manera en que se aborda la salud mental. Es momento de abrir un diálogo nacional sobre este tema, de ponerlo en el centro de las discusiones y acciones. En última instancia, abordar la crisis de salud mental en Colombia no es solo una cuestión de números o estadísticas, sino de empatía, comprensión y acción colectiva. Es un llamado a construir una sociedad donde cada individuo se sienta apoyado, comprendido y cuidado
No hay que guardarse ninguna muestra de cariño en una sociedad tan cruda, sino expresarla con sinceridad y generosidad. Un abrazo, una palabra, una sonrisa pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte.