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Entre las múltiples ventajas del libre comercio, está la posibilidad de competir libremente en el mercado, mejorando los productos y el precio, hecho que repercute directamente en el bienestar de los consumidores.
Dentro de esta competencia es natural que la entrada de un nuevo actor produzca una alerta y se vea inmediatamente como una amenaza, que debe ser aplacada o, como muchas veces ocurre, destruida. Así es como grandes empresas han acabado con nacientes emprendimientos; el nacimiento de nuevas tecnologías ha sido un verdadero reto para economías tradicionales que por medios legales e ilegales han intentado desterrar, casos recientes como los de Uber o AirBnb. En el mundo aún se discute cuál es la salida para permitir a dichas compañías competir en términos más equitativos. La salida fácil es prohibirlas, pero ir en contra de un negocio o intervenir el mercado, solo trae externalidades negativas.
Cotelco en repetidas ocasiones ha criticado la existencia de AirBnb, por su competencia desleal. Dicho gremio, en compañía del experto Xavier Cárdenas, presentó un estudio en conjunto sobre el impacto de tal aplicación en Bogotá.
El período comprendido fue entre mayo de 2015 y abril de 2017. Entre muchos resultados, el estudio refleja que AirBnb viene creciendo paulatinamente y la gente prefiere arrendar apartamentos completos; hay más de 3.800 propiedades activas y el negocio ha dejado ingresos superiores a los US$13 millones.
A primera vista los competidores podrían ver que han dejado de percibir esos ingresos, pero, realmente, la hotelería ¿fue impactada por el negocio? En el estudio en Bogotá, demuestra que AirBnb ha tenido un crecimiento progresivo pero los hoteles mantienen su ocupación estable y muy superior al de la aplicación. Es decir, la aplicación capturó un target distinto al hotelero y aún no se demuestra, según lo observado, que afecte directamente al sector.
Una de las causas que está causando impacto es que la plataforma no ofrece solo hospedaje, sino experiencias. En sus videos aparecen los planes tan atípicos como hacer yoga, aprender a bailar o visitar murales con grafitis. Y estos planes son los que más atraen a un nuevo tipo de consumidor: el millennial. Dicha generación, así llamada por nacer en la mitad de los 90, busca nuevas formas de entretenerse y parte de sus recursos los utiliza en viajar, más que en adquirir bienes. Es un nicho que las nuevas plataformas han sabido aprovechar.
El gremio hotelero, con razón, reclama igualdad de condiciones y que el mercado escoja. Sin embargo, un segmento ya lo está haciendo y allí nace el reto; los millennials irán creciendo y demandando nuevos conceptos, ante lo cual la hotelería debe proponerse atender tal segmento, pues será su principal demanda en el futuro. Reclamar reglas está bien, pero no se puede caer en una cacería jurídica que termine dañando la imagen del gremio. La salida no la va dar el Estado; probablemente la dé la oferta y la demanda.