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Con el inicio de cada nuevo año, es común que las personas se sumerjan en la tradición de establecer nuevos propósitos, esas metas personales que buscan mejorar aspectos clave de sus vidas.
Ya sea perder peso, aprender algo nuevo, abandonar un vicio o cultivar relaciones perdidas; estos objetivos reflejan el deseo humano constante de evolución y crecimiento. Sin embargo, más allá de los propósitos individuales, existe un ámbito en el que la determinación y el compromiso colectivo son cruciales: la esfera política y la administración pública.
En Colombia, se posesionaron los nuevos mandatarios locales coincidiendo con la temporada de resoluciones personales. Estos líderes también están planeando sus propósitos claros para abordar los desafíos a los que se enfrentan.
Uno de los retos más apremiantes que se presenta ante alcaldes es el tema de la seguridad. A lo largo y ancho del país, las bandas delincuenciales han ganado terreno, sembrando el miedo y desafiando la autoridad. En este sentido, los propósitos de los mandatarios locales deben centrarse en medidas contundentes para frenar esta creciente amenaza.
La colaboración estrecha con las fuerzas de seguridad, el fortalecimiento de la vigilancia y la implementación de estrategias comunitarias son esenciales para garantizar la protección de los ciudadanos.
Aunque los mandatarios quieren estar en la primera línea de combate contra la inseguridad y la corrupción, la colaboración con el Gobierno Nacional es esencial para lograr resultados significativos. Lamentablemente, en algunos casos, la coordinación entre las autoridades locales y nacionales ha sido deficiente. Aquí radica la importancia de que los alcaldes mantengan propósitos firmes, incluso en medio de posibles obstáculos por parte del Gobierno Nacional.
La defensa de los intereses de sus comunidades debe ser inquebrantable, y la presión para obtener el apoyo necesario debe ser constante.
No obstante, el desafío de la seguridad no es el único en la lista de propósitos obligatorios para los nuevos líderes. Un segundo objetivo crucial es alejarse de las trampas ideológicas que han caracterizado a algunas administraciones pasadas.
La polarización política y los revanchismos no solo dividen a las comunidades, sino que también obstaculizan el progreso y la gestión eficiente de los recursos. Los líderes locales deben comprometerse a gobernar para todos, dejando a un lado las diferencias partidistas y priorizando el bien común sobre cualquier interés particular. Las pasadas experiencias de Cali, Cartagena y Medellín solo demuestran que el revanchismo trae atraso y corrupción.
Los propósitos de Año Nuevo, tanto personales como de los mandatarios locales, son fundamentales para el progreso y la mejora continua.
Al establecer metas claras y trabajar para alcanzarlas, podemos mejorar. Así como el Plan de Desarrollo, el documento guía, varios psicólogos recomiendan a nivel personal escribir un puñado de metas y repasarlas semanalmente.
Cada reto es distinto, pero todo parte de la voluntad y la acción; pareciera que esta vez, los mandatarios se encuentran decididos a trabajar por encima de sus ambiciones personales, ya que la situación del país los obliga. Ojalá al cierre de 2024, tengamos propósitos cumplidos, pues con mera intención nunca se llega a nada.