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La incertidumbre se alza como uno de los factores más destructivos para el desarrollo y la estabilidad de un país. La falta de claridad y previsibilidad en las decisiones políticas y económicas puede desencadenar una serie de efectos adversos que afectan no solo a los mercados financieros, sino también a la confianza de los inversores, empresarios y ciudadanos en general. En un entorno incierto, las inversiones se detienen, la economía se ralentiza y el pesimismo se instala, creando un círculo vicioso difícil de romper. Este es el escenario que actualmente enfrenta Colombia, donde la incertidumbre pulula en el ambiente.
El presidente de Colombia ha sido un actor clave en la creación de este clima de incertidumbre. Su discurso ha sido inconsistente y errático, alternando entre la posibilidad de convocar una asamblea constituyente y luego negarlo, insinuando una posible reelección para luego desmentirlo. Esta falta de coherencia y claridad en sus declaraciones ha generado una profunda desconfianza tanto en el ámbito político como en el económico. La paralización de las reformas en el Congreso añade una capa adicional, ya que no se sabe qué medidas serán aprobadas o rechazadas, creando un ambiente de espera y desasosiego.
A esta incertidumbre política se suman los constantes escándalos de corrupción que sacuden al país. Cada nuevo caso de corrupción que sale a la luz socava aún más la confianza en las instituciones y en la capacidad del gobierno para gestionar la economía de manera efectiva y transparente. La corrupción no solo erosiona la moral pública, sino que también tiene un impacto directo en la economía, desviando recursos que podrían ser utilizados para el desarrollo y el bienestar social.
Las cifras económicas recientes reflejan claramente el impacto de esta incertidumbre. Según el Banco de la República, el crecimiento económico de Colombia en 2023 fue de apenas 1,1%, una disminución significativa en comparación con años anteriores. La inversión extranjera directa, un indicador clave de la confianza en la economía, se redujo en 25% en el último año. Además, el desempleo ha aumentado, alcanzando 14% en áreas urbanas, lo que agrava aún más la situación económica de las familias colombianas.
El sector privado, que depende en gran medida de la estabilidad y la previsibilidad para planificar y ejecutar sus inversiones, ha sido uno de los más afectados. Muchas empresas han decidido posponer o cancelar sus proyectos de expansión y contratación debido a la incertidumbre reinante. Esto no solo frena el crecimiento económico, sino que también tiene un impacto negativo en la creación de empleo y en la generación de ingresos para el gobierno a través de impuestos.
En este contexto, se habla también de un posible aumento en el gasto público y un nuevo endeudamiento internacional, medidas que, aunque podrían parecer soluciones a corto plazo, podrían agravar aún más la situación a largo plazo.
Es en momentos como estos cuando se hace evidente que la certeza, incluso si se trata de una mala noticia, es preferible a la incertidumbre. Los mercados y los agentes económicos pueden adaptarse a un entorno adverso si tienen información clara. Saber que se avecina una época difícil permite a las empresas y a los ciudadanos prepararse adecuadamente, ajustando sus estrategias y planes. La previsibilidad permite la planificación y la toma de decisiones informadas, en cambio la incertidumbre es un enemigo silencioso pero poderoso que puede detener el progreso de una nación.