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Hace poco se vivió un hecho lamentable en Bogotá como fue la muerte de varios policías a manos del grupo terrorista del ELN. No pasó mucho tiempo para que un segmento de la población saliera a hacer conjeturas y, sin ningún reparo, culpara al propio gobierno del atentado.
Los terroristas se adjudicaron el hecho por lo cual todas las teorías conspirativas se cayeron; lo curioso es que no se leyó jamás si quiera unas disculpas por las falsas acusaciones; después se convoca una marcha en contra del terrorismo y una vez más los mismos acusadores no marchan porque viene desde sectores ajenos a ellos. Este hecho muestra lo dividida que está la sociedad colombiana, ya ni la muerte de los compatriotas nos mueve a unirnos. ¿Llegamos a un punto en el que el odio entre colombianos es insuperable? La respuesta no es fácil, pero entre sus múltiples causas está la sensación de injusticia que imperó en el “proceso de paz”, donde colombianos a favor y en contra se dividieron; también por el anacronismo en el que viven muchos jóvenes; los menores de 25 conocieron otra Colombia. Es también culpa de los líderes políticos, con sus egos y rencillas que priman sobre las realidades del país y es culpa de una verdad histórica: a los colombianos les cuesta la cohesión de país, no en vano llevamos una historia escrita entre guerras, ya sea campesinas, de partidos, de guerrillas o narcotráfico.
La división ha llegado a tal punto que económicamente se ha intentado afectar a bancos o a empresas de alto valor, sin contar los golpes que reciben en cada marcha establecimientos y sistemas de transporte; la polarización no solo fragmenta a la sociedad, también aleja cualquier proyecto a largo plazo de inversionistas puesto que la seguridad jurídica y política son determinantes en un país.
Venezuela es el vecino donde pasan la peor película de las divisiones al interior de un país; un demagogo subió con promesas de igualdad y terminó sembrando la discordia y la pobreza; en estos momentos su economía es la peor de la región, su inflación supera el 4 millones por ciento, las grandes empresas emigraron y su PIB fue del -18% para el 2018. Aun así, millones de personas siguen detrás del régimen, y la salida para un país fragmentado siempre será con sangre por medio como viene ocurriendo desde hace años en el vecino país.
Colombia debe superar la polarización; vencer el odio es posible y el primer paso es con justicia; los terroristas deben aprender que un crimen se paga y no hay protocolo válido para sostener un grupo de bandidos en una mesa de negociación si su camino es por fuera de la ley; se le debe aplicar todo el peso de esta sin consideraciones. El rechazo frente al terrorismo debe ser unánime y el descrédito de quienes intentan dividir el país se va mostrando paulatinamente, Colombia debe encontrar qué la une; no puede ser que solo nos abracemos cuando gane un partido la Selección.