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Tribuna Universitaria 06/07/2017

Drogas, economía y Farc

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES
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Con júbilo, el gobierno, en cabeza de Humberto de la Calle y del propio presidente, celebraban la entrega de 7.000 armas de las Farc; no se sabe si se entregaron todas, una parte o qué tipo de armamento, puesto que no se permitió la presencia de medios de comunicación y solo se verificó la entrega por la ONU y el gobierno.
Es una buena noticia, pero ¿tenemos algo que celebrar los colombianos sabiendo que el tema de las drogas sigue intacto? No es un secreto que las Farc hace mucho dejaron de ser el “ejército del pueblo” para convertirse en un grupo armado que se dedica a vivir del narcotráfico. Según datos de la Fiscalía, desde 1982 las Farc empezaron a encargarse de cobrar dinero por cuidar cultivos y laboratorios de droga, a partir de los años 90, ampliaron su negocio y manejan sus propios cultivos, compran la droga a campesinos, venden a narcotraficantes e incluso se atreven a exportar; es decir, comienzan a estar presentes en todos los eslabones del negocio, teniendo un estimado de ganancia de más de US$700 millones a 2003, según la Junta de Inteligencia Conjunta.

Con lo anterior ¿cuánto es el negocio de las drogas en Colombia? Mejía y Rico, en su libro La microeconomía de la producción y el tráfico de cocaína en Colombia, señalan que a 2011 el negocio era de aproximadamente $13,6 billones, es decir 2,3% del PIB. Hoy es un misterio si durante la negociación del proceso de paz se habló de cuáles son las rutas del narcotráfico, dónde están los dineros, y cómo será la transformación del negocio.

Sin el punto claro es imposible la reincorporación completa de este grupo terrorista a la sociedad civil; no solo continuarían lucrándose ilegalmente sino que tendrían condiciones superiores a las de cualquier competidor en materia política al tener recursos casi ilimitados. Colombia vuelve a ser el mayor productor de cocaína en el mundo, precisamente durante las negociaciones de paz, no es por lo tanto un secreto a dónde se están yendo los dineros producto del negocio.

Por tanto, es un irrespeto con todos los colombianos que salgan a decir sus líderes que no tienen un peso, más cuando se han capturado caletas con estos dineros o han sido interceptados con US$10.000 rumbo a las fiestas del Huila.
Este tema debe ser solucionado, ya sea con una medida drástica en torno a la regulación del mercado de las drogas, en donde el Estado participe de la cadena del negocio, ya siguiendo con la ineficaz guerra de la prohibición en la cual se les debe obligar a entregar todo el dinero fruto del ilícito y a dejar para siempre el negocio del narcotráfico, cosa que parece ser una utopía. Hay poco para celebrar; 7.000 armas con esos flujos de dinero son fácilmente reemplazables, pues el problema de raíz sigue vivo y no se nota por ninguna de las partes intención de solucionarlo; mientras tanto la economía sigue permeándose de nuevos dineros ilícitos.

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