MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Una característica de los idiomas vivos es que el significado de sus voces cambia con el tiempo. Se pueden añadir nuevas interpretaciones a las mismas palabras; por ejemplo, la voz deuda en la antigüedad tenía una similitud con ofensa; en ese sentido la utilizaba el padrenuestro antiguo; hoy su significado es completamente distinto y emplearla como tal es erróneo.
Sabiendo de este uso, hay sistemas especialmente hábiles en apropiarse de las palabras y transgredir su uso; los regímenes comunistas utilizaron los términos demócrata y popular para nombrar cada uno de sus gobiernos, apropiándose en gran medida de su uso y cambiando el sentido inicial de sus significados.
De manera similar en la actualidad, el mundo occidental ha dejado robarse la palabra “social”, con la cual pareciera no es posible tener un sistema preocupado por la gente, fuera de la izquierda. La apropiación de tal término hace que sistemas como el capitalista parezcan alejados de las clases más desfavorecidas incluso, tiranos. Y no hay nada más falso; detrás de cada sistema de libre mercado existe una exaltación del trabajo individual y el esfuerzo del hombre por salir adelante con sus propios medios. Fruto de esto, la asociación entre hombres libres que cruzan sus intereses para beneficios comunes, da lugar a los sistemas sociales, en los cuales las personas actúan en comunidad para sacar adelante grandes proyectos. Un puente. Por ejemplo, es la suma de una empresa de ingeniería, una de metal, cemento y cientos de obreros. Cada uno de ellos está pensando en su propio trabajo y la suma de todos da origen a un puente que será usado para el bien común. Este parámetro es la columna de la propiedad individual y ésta el sustento del mundo libre que conocemos.
Hace unos años John Mackey fundador de Whole Foods y defensor del “capitalismo con conciencia” señalaba que el capitalismo y la creación de riqueza para él se sustentaba en cuatro principios: el primero de ellos era una aspiración trascendental, que no se limita solamente a ganar dinero; si se le pregunta a todo gran empresario el objetivo de su empresa, siempre tendrá una razón por encima del mero negocio; algunos querrán formar un emporio, otros dejar capital para sus generaciones, otros, como el fundador de la cadena arriba dicha, soñaban con vender alimentos naturales que ayudaran a las personas a llevar una vida larga y saludable. El segundo es la conciencia de las partes interesadas: saber que existe un número de sujetos que conforman la empresa y que cada uno de ellos le aporta valor. El tercero es la necesidad de líderes éticos y el cuarto es la creación de cultura que sea capaz de entender los principios y fines de una empresa.
El robo de la palabra social está costando que líderes populistas se aprovechen de las clases más desfavorecidas y que regímenes extintos reaparezcan con fuerza en Latinoamérica. Se debe por tanto rescatar la palabra y volver a exaltar el valor del trabajo.