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Charlando con distintos amigos empresarios, apenas uno es optimista con el panorama para los próximos años, y el más grande económicamente es el más preocupado, sobre todo por el desempleo, el cual parece tendrá la cifra más alta de los últimos años.
La covid-19 ha sido una sorpresa para todos los gobiernos del mundo y ninguno ha tenido la fórmula para enfrentar el problema; hoy después de seis meses de encierro, “el discurso por la vida” está afectando las libertades civiles y sobre todo la economía del país.
El nivel de desempleo para el 2021 va a estar arriba del 25%; según el gobierno ese año comenzará la reactivación económica, que se espera así sea, pero que, como señala Carlos Caballero Argáez, no se puede confundir con la recuperación económica; esta puede tardar hasta 8 años o más; de allí que las próximas medidas y las siguientes elecciones sean trascendentales para la estabilidad de Colombia.
En épocas de brecha recesiva económica profunda, como la del año 2009, Estados Unidos e Inglaterra utilizaron políticas fiscales y monetarias expansivas; el banco central de cada país rebajó los intereses para fomentar la inversión privada y los gobiernos invirtieron fuertemente en infraestructura para mover la tasa de desempleo y rebajaron los impuestos para estimular la creación de empleos por parte del sector privado; con ello dichos países superaron la brecha y volvieron al curso normal de la economía.
Otros países como Japón o la Eurozona fueron más conservadores y la recesión se prolongó. Dichas medidas no son sostenibles a largo plazo pues traen consigo un problema de inflación, pero resultaron útiles al momento de empujar la economía para superar la crisis.
Colombia necesita una política fiscal y monetaria responsable para los años venideros; el desempleo suele afectar los estratos menos favorecidos y el consumo de ellos repercute en toda la oferta de bienes. A lo anterior se le suma la crisis energética y minera que debemos afrontar. Según datos de la Contraloría las reservas de gas en el país están para cubrir la demanda hasta el año 2023 y las empresas que lo explotan no están firmando contratos después de ese año; la tormenta de estos problemas económicos está a la vista y requerirá el trabajo de todos los sectores para salir airosos.
Los populistas que achacarán todo a la corrupción están por venir; las promesas de subsidios, de mercados y de una nueva sociedad están servidas y con la crisis tendrán fuerza esos discursos vacíos; por ello es necesario que este gobierno deje una ruta marcada, no le dé miedo sentar las bases de una reforma minera, judicial y económica.
Los partidos deben llegar con propuestas serias y los ciudadanos deben hacer uso de la solidaridad, el emprendimiento y la disciplina; solo así superaremos esta borrasca que se avecina, donde la única salida es que el capitán y la tripulación trabajen de la mano; si no, el hundimiento es inminente.