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Están terminando los Juegos Olímpicos y Colombia parece se regresa sin ninguna presea dorada; respecto a las dos últimas presentaciones el país demuestra una involución en su proceso: en dos juegos consecutivos obtuvo alguna medalla de oro. El país vuelve sin ninguna, justo después de haber creado el Ministerio del Deporte e invertido el presupuesto más grande de la historia en impulsar el talento local.
Colombia ganó su primera medalla de oro en Sidney 2000 con María Isabel Urrutia en halterofilia, en Londres 2012 obtuvo otra con Mariana Pajón y en los pasados, Río 2016, ganó 3 medallas doradas en BMX, triple salto y halterofilia. Este proceso que iba en crecimiento parece se detiene en los presentes juegos. Una evaluación seria debe hacer el Ministerio de Deporte, creado el 11 de julio de 2019 para incentivar el deporte en el país, y con un presupuesto de más de $560.000 millones; este aparato burocrático debió invertir en una mejor preparación y sobre todo en la coordinación entre los comités olímpicos y las federaciones deportivas; no es clara la gestión del ministerio ante los resultados, más cuando para este año el presupuesto se aumentó a $696.000 millones en plena crisis económica del país ¿De verdad era necesario un Ministerio del Deporte?
La respuesta parece obvia, no. Ningún crecimiento burocrático trae consigo resultados; el país tenía otras prioridades y Coldeportes estaba haciendo su trabajo; darle más dinero, más burocracia y más empleos no trae consigo necesariamente más preseas para Colombia.
Aunado a lo anterior con todo el aparato estatal montado, resaltan los bochornosos reclamos legales que se hacen después de alguna injusticia deportiva. En el partido de la Copa América de Brasil vs. Colombia por un aparente error arbitral hubo tutelas, reclamos de la federación colombiana, quejas, etc. Ahora en las olimpíadas el Comité Olímpico presentó reclamación por una decisión injusta en uno de sus boxeadores, pero al parecer toda la argumentación se hizo con base en una reglamentación derogada hace cuatro años y las pruebas no pasaron de comentarios periodísticos; así que no se tuvo en cuenta.
La realidad es que en vez de enfrascarnos en peleas legales, si se quiere fomentar el deporte, debe hacerse desde la coordinación de las federaciones y estimulando los jóvenes talentos; llama atención las lágrimas de cada conquista hecha, porque ellas reflejan el sufrimiento, la miseria y todas las adversidades que tuvieron que pasar; salvo contadas excepciones, los deportistas vienen de las poblaciones más pobres y el pregonado apoyo estatal no suele llegar efectivamente; quizá se esté quedando en puestos, reuniones y no entrenamientos como debería hacerse. La burocracia no saca campeones, bien lo resaltó Milton Friedman, el burócrata piensa en su posición, en su ascenso, pero con dinero ajeno; por ello no tiene doliente. Colombia necesita más campeones y menos ministerios.