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Han sido noticia varios escándalos de corrupción en estos días en donde funcionarios cercanos a la Presidencia se aprovecharon de su posición para enriquecerse a través de contratos en diversas entidades. La lucha contra este flagelo parece convertirse en la principal causa de indignación de los ciudadanos.
Colombia está pasando por un periodo particular en donde los ciudadanos están cansados de la clase política de siempre. De ahí que la filiación partidista se muestre tan baja y que candidatos que critican el sistema estén punteado en las encuestas; enfrentar el robo continuo de las arcas estatales requiere un esfuerzo especial que este gobierno no supo ejecutar.
El crecimiento burocrático trae consigo la tentación de aprovechar para su propio beneficio los dineros públicos; de ahí que en un estudio previo hecho por Sergio Clavijo demostrara que países como Venezuela, Argentina, Chile y Brasil, que han incrementado su gasto estatal buscando ser más operativos, han aumentado también sus índices de corrupción. Y Colombia según ese mismo informe ha entrado en dicha espiral; a la desaparición de algunos ministerios en 2002, fueron creados ocho a partir de 2015 y a ello se le suma la creación de agencias y diversos departamentos administrativos en el ejecutivo; Milton Friedman lo había predicho en los años 70: a mayor Estado, mayor riesgo de apropiarse de lo ajeno para beneficio propio.
En un gran número de alcaldías ha sido noticia la ejecución de recursos en gastos cuestionables como ferias, los llamados elefantes blancos y los gastos para sí, usando el erario, desde comidas, carros, bicicletas, maquillaje, hasta carreteras que desembocan en fincas particulares. Para ello el primer paso es la justa reducción del aparato estatal, las famosas “corbatas” sobran, hay ministerios enteros que pueden fusionarse como ocurrió en el pasado, pueden suprimirse asesores, agencias, súper ministros, y así una larga fila de entidades pueden ser fusionadas o eliminadas.
Al recorte del ejecutivo deberá acompañarlo la austeridad en el legislativo; todavía no se entiende por qué está subsidiada la gasolina de los congresistas y los pasajes en avión cuando vienen de otras regiones, para señalar apenas algunos gastos. En estas épocas de austeridad todo ahorro es significativo y, si de combatir la corrupción se trata, mientras menos interfiera el Estado en actividades, menor probabilidad de apropiarse de lo ajeno existe. Habrá oposición pues el burócrata defiende su confort, pero el siguiente mandatario tendrá que hacer algo, pues en gran parte su elección será por este factor.
Este tema está siendo tratado de manera contundente por un candidato que ya lo pone de segundo en las encuestas, lo que refleja no ser un tema menor. Colombia debe parar la espiral burocrática so pena de padecer el mismo destino de los citados países en donde el triunfo de la izquierda, más que por sus trasnochadas ideas, se dio por el cansancio de la gente a la misma clase política de siempre.