MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Pasaron las elecciones y los resultados fueron los previstos en las encuestas con márgenes más o menos parecidos. Una conclusión que se oyó bastante en medios es que las maquinarias fueron las grandes derrotadas, pues se esperaba una votación mayor por parte de Germán Vargas Lleras.
Históricamente la maquinaria electoral ha jugado un papel importante en el desarrollo de las elecciones; su fuerza es representada por caciques locales que, se sabe, “manejan” votos gracias a prebendas que reparten ya sea el día de las elecciones o antes de ellas; es tan común este tipo de situaciones que incluso se tiene un cálculo de cuánto vale un voto: $50.000.
Las maquinarias son una realidad y aún conservan poder a pesar del esfuerzo porque el voto de opinión cale en las personas; sin embargo, ¿es verdad que las maquinarias fueron derrotadas? Pienso que no, sino que sencillamente ya actuaron. Las pasadas elecciones legislativas movieron todo este aparato, y las matemáticas les dan: 80.000 votos movidos con las preventas cuestan $4.000 millones, gastos excesivos, pero que se dice se mueven para asegurar una curul; en este mercado no solo participan los caciques, también los gobernantes locales, pues intentan mover sus fichas para permanecer en el poder y hasta el gobierno central; fruto de esta combinación es la difícil renovación del Congreso.
En todo este montaje, los congresistas acostumbrados a mover así su andamiaje, ya sufrieron un desgaste y no van a pasar dos meses después por el mismo proceso porque, curtidos como son, saben que igual van a negociar con el gobierno que llegue.
Además, económicamente es imposible comprar tres millones de votos; valdría más de US$30 millones, cifra compleja para una campaña en Colombia. Adicional a lo anterior, en la campaña presidencial el voto de opinión recobra fuerza, dejan de ser cientos de candidatos prometiendo para ser apenas 6, en donde la imagen de cada uno pesa más que todo lo que la maquinaria pueda mover y, ante tantas maneras de informarse, las personas suelen formar su opinión; poco sirven los mercados que se repartan ante un electorado que paulatinamente se informa más.
Las prácticas de la vieja política y las maquinarias tienen una consecuencia muy dañina en la democracia y las finanzas del país: lo primero es que la plata con que se mueven, aparte de ser ilegal, proviene casi siempre del mismo bolsillo de los contribuyentes, por medio de contratos y preventas; los “caciques” mueven recursos públicos para fines netamente privados.
Segundo, ante un electorado cada vez más informado dichas prácticas provocan en la mayoría un cansancio, pues como dijo un profesor hace poco: la corrupción nos está haciendo más daño que el narcotráfico, porque lentamente va cansando a la gente, al punto que deciden darle una patada al sistema y dicha patada muchas veces trae al populista y con él sufrimiento y miseria.