Las verdades del turismo

En días pasados, el Ministro de Industria y Comercio, José Manuel Restrepo, decidió contarle al país que en el año 2011 el anterior gobierno cambió la forma de calcular los turistas e incluyó como visitantes a venezolanos que cruzaban la frontera para hacer compras, refugiados, visitantes de cruceros, etc. Todo con el fin de, simplemente, inflar las cifras.

Decir la verdad debería ser el primer paso antes de gobernar; un mandato que comienza debe presentar al país la situación como está; contar al público la verdad sobre lo que hay, es anteponer lo correcto sobre el qué dirán. La metodología original en materia turística se acomodaba al estándar de la Organización Mundial de Turismo, la cual señala como visitante aquel que pasa al menos una noche en el territorio y su salida no se extiende en el tiempo. El nuevo ministerio volvió a adoptar dicha medida y con ella cayeron las cifras y las expectativas de crecimiento. Empezar a tener políticas públicas serias debe partir de conocer la verdad.

Las cifras ajustadas cambiaron drásticamente; de más de 6 millones de visitantes que se esperaban para 2018, el país cerró en 3,8 millones, disminuyendo estos respecto a 2017, que estaba en 4.371.000. Así, los números extraordinarios se redujeron a un poco más de la mitad. Este elemento, aunque impactante, es muy positivo pues permite alinear los esfuerzos en presentar una mejor oferta turística para Colombia. Finalmente, las cifras que todos los años mostraban, empresarios y gremios no las creían.

Colombia tiene un potencial turístico que apenas está por explotar; se sabe, por estudios del ministerio, que existe correlación entre el aumento de seguridad y las visitas al país; por tanto, no es un afán menor el demostrar que el país tiene a raya el terrorismo y que zonas vedadas pueden ser ahora fruto de explotación, gracias a la fuerza púbica, como pasaba con el parque San Agustín en el pasado.

La estrategia para captar nuevos turistas es fundamental; se debe involucrar a los actores relevantes pues atraer turismo no es solo ofrecer buenos hoteles: arranca desde los habitantes ayudando a ubicar al turista, pasa por la oferta gastronómica, la sensación de seguridad y sobre todo, por algún elemento distintivo que atraiga visitantes sobre otros países; ahí está la importancia del relato; hace falta construir uno que aproveche la magia, misticismo y folclor de Colombia: un país sometido muchos años por la violencia y que tiene toda una historia para contar.

Se ha empezado bien diciendo la verdad, pero no es suficiente; si las cifras estaban manipuladas puede ser apenas la punta del iceberg, y detrás de las instituciones que componen el turismo debe haber grandes sorpresas en materia de contratación y cumplimiento de metas. Por tanto, se necesita también mano dura con el tema; finalmente Kant tiene razón al decir que la moral no tiene nada que ver con las consecuencias, sino tiene que ver con los principios.