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Tribuna Universitaria 07/07/2023

No es el destino, sino el viaje

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

En la era de la inmediatez y la gratificación instantánea, la sociedad se encuentra frente a un desafío que parece afectar particularmente a la generación actual: la impaciencia. Las nuevas tecnologías, el acceso constante a internet y las redes sociales han moldeado un entorno en el que todo está al alcance de un clic, donde las respuestas y la información se obtienen en segundos. Sin embargo, esta cultura de lo inmediato está dejando su huella en muchas vidas, erosionando la capacidad de esperar, de valorar los procesos y de disfrutar los momentos.

Las nuevas generaciones se han acostumbrado a tener todo al instante, desde la comunicación con sus amigos hasta la obtención de productos y servicios. La impaciencia se ha convertido en una constante en sus vidas, lo cual se refleja en su incapacidad para esperar, para tolerar la incertidumbre y para reconocer que la vida es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo.

Un ejemplo es la forma en que se desenvuelven en espacios públicos; La idea de hacer una fila y esperar se ha vuelto un desafío para muchos. La impaciencia y el deseo de obtener todo al instante los lleva a buscar atajos o a intentar saltarse las normas establecidas. Esta falta de paciencia no solo afecta su interacción con los demás, sino que también puede privarles de experiencias valiosas.

Pero el problema va más allá de esperar en una fila; afecta la capacidad de vivir plenamente y de apreciar cada momento. Al estar constantemente conectados a través de dispositivos móviles, se puede perder la oportunidad de disfrutar de las pequeñas cosas que la vida ofrece. El placer de una conversación profunda cara a cara, la serenidad de una caminata sin prisas o la emoción de esperar con paciencia el plato que servirán en un restaurante, se ven opacados por la prisa y la necesidad de tenerlo todo al instante.

El deseo de obtener todo de forma inmediata puede llevar a otro problema aún más peligroso: la búsqueda de dinero fácil. En un mundo donde la gratificación instantánea se promueve constantemente, algunos individuos pueden verse tentados a buscar atajos para alcanzar el éxito material sin considerar las consecuencias éticas y legales.

La obsesión por conseguir dinero rápido es una invitación a las nuevas generaciones a involucrarse en actividades ilícitas como el narcotráfico o la corrupción. La promesa de riqueza fácil puede nublar su juicio y hacer que descarten los valores morales y éticos en aras de una gratificación inmediata.

Es fundamental recordar que la verdadera riqueza no se encuentra en acumular bienes materiales de forma rápida, sino en construir una vida basada en principios sólidos, en el respeto hacia los demás y en la contribución a la sociedad. El camino del éxito legítimo y sostenible requiere tiempo, dedicación, esfuerzo y una visión a largo plazo. Las nuevas generaciones deben comprender que la vida no se encuentra en la rapidez, sino en el desarrollo personal y en la construcción de relaciones auténticas y significativas; Aprender a ser pacientes implica reconocer que el tiempo no es un enemigo, sino un aliado que nos brinda la oportunidad de experimentar, reflexionar y disfrutar plenamente de cada etapa. Hay que recordar que la vida no se trata solo del destino final, sino del viaje en sí mismo.

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