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Con nerviosismo en Colombia observamos cómo en Europa los países comienzan a hacer cierres de nuevo; después del fulgor del verano, en el que se veían miles de personas en playas y fiestas, los vientos revivieron el contagio el cual está resultando peor que su primer brote.
Nuestro país comenzó una apertura gradual de las actividades, cada alcalde se encargó de regular cómo se iba haciendo la apertura y qué medidas se iban tomando para tratar de reactivar la economía. El Dane publicó que el desempleo en el mes de agosto se ubicó en 15,8% a nivel nacional y de 18,3% en ciudades principales como Bogotá y Medellín; la inflación a nivel nacional se ubicó en 1,97% y el descenso en el PIB parece se mantiene en 5,8% según Anif. Estas cifras muestran que el país le hace frente con dificultades a los cierres programados, de seguir así se podría ser un poco más optimista para el siguiente año.
En las calles se ha vuelto común el uso del tapabocas, aun así los contagios siguen aumentando y Bogotá figura arriba del promedio del país. Las irresponsables marchas y la informalidad del trabajo que obliga a salir y bajar cuidados, está llevando a un repunte en la ocupación hospitalaria. En Bogotá la ocupación está en 68,5%, en Antioquia de 78% y la del país en 34%. Las contradicciones entre criticar el día sin IVA pero apoyar las marchas, están pasando factura en la capital.
En vez de criticar y apoyar aglomeraciones, las ciudades debieron prepararse en este tiempo de mejorar su atención y red hospitalaria, los países europeos con mejor atención están llenando su servicio y el atroz encierro se volvió la salida fácil. Estos países, ricos en su mayoría, cuentan con mejores herramientas para salir de una crisis económica, aun así ya comienzan a presentar protestas y crisis sociales como las ocurridas en la región de Cataluña en España.
Por ello pensar en nuevos cierres sería un desastre para un país como Colombia, los fuerte confinamientos demostraron no ser efectivos para evitar el contagio y si ser una catástrofe para la frágil economía, otros países pueden darse esos lujos, nosotros debemos intensificar en el uso de medidas higiénicas, el autocuidado y la comunicación de riesgo. No existe una fórmula mágica para el manejo del virus, pero el hambre, la falta de trabajo y la quiebra resultan peores a cualquier enfermedad.
Muchos mandatarios, ocultan su ineptitud y falta de experiencia en el virus, aquel les permite desviar la atención de sus carencias y ante su improvisación les gusta optar por los cierres; desafortunadamente el país no aguanta uno más, y las secuelas emocionales, físicas y sobre todo económicas comienzan a hacer mella. Anif y el Banco de la república vislumbran un crecimiento del otro año arriba de 4%, solo si el país sigue abriendo sus actividades productivas. Encerrar de nuevo las ciudades desbarata cualquier pronóstico y pone una crisis social en la puerta.