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Me contaba un nieto de Don José María Acevedo el fundador de Haceb, que cuando niños los reunía y les decía: cuando les pregunten qué quieren ser cuando grandes contesten: un verraco.
Un verraco en Colombia hace alusión a una persona valiente, audaz, con temple. Durante mucho tiempo se les llamó así a personas pendencieras, tal vez por la falta de miedo, pero ya sea por una cosa u la otra para hacer empresa en Colombia aún hoy se necesita ser “un verraco”.
Haceb es una empresa fundada en 1940 cuando por culpa de la segunda guerra mundial se dejó de importar electrodomésticos; el fundador, viendo una oportunidad de negocio, decide comenzar una compañía “con un destornillador” como él mismo cuenta, dotado de algún conocimiento técnico, pero sobre todo con disciplina. Desarrolló el primer fogón eléctrico, después vinieron los electrodomésticos, las neveras, los hornos; hoy tiene una multinacional con presencia en más de 19 países y más de 4000 empleados formales.
Con 99 años Don José sigue al frente de la empresa y diariamente la visita; anécdotas tiene por montones, como la vez en que el primer sindicato lo citó a leerle el pliego de condiciones; con su talante frentero Don José María los oyó y al terminar les dijo que era muy poquito, que él les podía dar más; salió en hombros de la reunión y hasta fue propuesto como presidente del sindicato, cargo que por obvias razones no aceptó.
El nombre de su compañía Haceb, se debe a coincidencias; su apellido Acevedo, intentó ser reflejado en las iniciales, y al principio se llamó Jacev, pero por recomendación de un posible comprador porque H y J suenan igual en inglés y la B larga es más comercial, se quedó así.
En Colombia una empresa hoy en día tiene que hacer 12 pagos al año entre: renta, IVA, ICA, retención en la fuente, gravámenes financieros y los aportes parafiscales. Según el informe paying taxes 2018, nuestro país es de los más altos impositivamente después de Venezuela y Bolivia, Uruguay y Paraguay.
En nuestro país hacer empresa cuesta casi una vida entera; además de los impuestos, los ataques de sectores de la sociedad y de la inestabilidad incluso jurídica del país, los empresarios deben sacar “verraquera” para, día a día, seguir sorteando los desafíos que enfrenta, competir con un mundo globalizado.
En Colombia se les llamó verracos muchas veces a grandes capos de la mafia, a bandidos y peleadores. Pero aquella palabra tan autóctona debe acuñársele a personas que con su temple hicieron cosas heroicas, pero sobre todo positivas; Una madre que con su venta de mazorcas saca adelante una familia de seis niños es más verraca que cualquier bandido.
Promover los “verracos” debe ser labor del nuevo Gobierno; su promesa de reducción de impuestos es ya un impulso, que debe continuar; el temple que lleva cada uno debe ser ejemplo para las nuevas generaciones pues un verraco se muere trabajando a sabiendas “que nunca hay un año fácil”, como Don José lo señala.