MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Para nadie es un secreto la crisis que sufrió la hotelería durante la pandemia, de crecer a más de dos dígitos tuvieron una caída vertical y hasta ahora vienen recuperándose. La otra cara de la moneda es Airbnb, cuyas pérdidas comenzaron a recuperarse a los tres meses de apertura y su crecimiento sorprenden a los más escépticos.
Es cierto que los hechos vienen primero al derecho, pero no deja de sorprender el lento acompañamiento legal y, sobre todo, el poco entendimiento de los nuevos modelos de negocios. Se les quieren aplicar leyes antiguas a conceptos nuevos y el resultado es que no deja avanzar los negocios. Se le tilda como ilegal a un proyecto nuevo que solo quiere trabajar; plataformas como Uber, DiDi o Airbnb no quieren ser ilegales o actuar en la informalidad, solo quieren ejercer su plena libertad para hacer un negocio, auspiciados por un Estado que en vez de perseguir debería proteger la innovación. El evangelio sabiamente dice: a vino nuevo odres nuevas, de igual forma, a negocios nuevos legislación nueva. Encasillar en viejas leyes a los nuevos proyectos no será eficiente para ninguno.
Apenas a unos meses se recuerda la ridícula prohibición de Uber a manos de la Superintendencia de Industria y Comercio, la cual lejos de parar el progreso solo terminó trayendo unos costos adicionales a la empresa, pero el funcionamiento siguió su curso en las calles dictado por el mercado. Prohibir el avance es atrasar el progreso, hoy 44.000 anfitriones, según datos del propio Airbnb, están esperando una respuesta por parte del Gobierno, no para prohibir, sino para dejar unas reglas claras en donde puedan seguir generando empleos, turismo e ingresos para tantas familias en medio de una crisis.
Airbnb en Arizona ha generado más de 76. 000 empleos, US$6,6 billones de gastos en la economía y US$500 millones de impuestos para el Estado, según datos de Expedia. Así, el rol que juega esta empresa en pequeñas comunidades y negocios locales se vuelve fundamental. E incluso ayuda a nuevas startup como Wellcome, en donde se generan negocios nuevos e interés de inversión gracias a este novedoso sistema.
Las startup están revolucionando distintos sectores de la economía, pero su acoplamiento a los sistemas jurídicos es un desafío. Actualmente, a nivel mundial, después de creado el emprendimiento digital y de que se comienza a buscar socios externos, las partes firman un safe, figura de inversión que creó la aceleradora más importante de startups a nivel mundial, la cual es un contrato de inversión a futuro pero que aún las legislaciones como la colombiana están pendiente de adoptarla en su sistema.
Es cierto que ya cursa en el país un proyecto de ley sobre el tema, pero no es suficiente, se requiere un mayor compromiso de parte del Gobierno y también de la educación; la innovación debe ser materia obligada en las facultades de derecho, en donde más que aplicar una norma aprendan a interpretar los hechos y así hacer crecer el derecho.