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Un amigo con vasta experiencia en la vida pública y sobre todo con el peso de los años, me decía que antes de tomar una decisión importante se iba a su casa de campo a pensar. El sacar tiempo para reflexionar y elegir la mejor opción es un hábito que lo ha llevado a tomar las mejores decisiones. Con cierta preocupación decía que el mundo actual le sacaba tiempo a todo, menos a sentarse a pensar.
El mundo que vivimos es vertiginoso; antes, para señalar cuál era el goleador del mundial del 70 había que haberlo visto, o ser un estudioso del tema, ahora basta con acudir al buscador de Google y ya se tiene la respuesta. La inmediatez en las cosas, los nuevos hábitos en la tecnología y la saturación de la información ha llevado al hombre a no sacar tiempo para pensar. En la misma conversación del principio el amigo señalaba: me preocupa saber si el Presidente realmente tiene tiempo para pensar, lo vemos decidiendo, tratando de encontrar rumbo, pero no sentándose a pensar el país, si no ha hecho el ejercicio, es momento que saque el tiempo.
En la antigüedad era normal que las personas, fruto de una vida más pausada, dedicaran algún tiempo para sus obligaciones religiosas, o para buscar una forma de entretenimiento, que solían ser los libros, tiempo a solas o más adelante la radio; dichos espacios permitían a la persona reflexionar acerca de distintos aspectos de la vida y gracias a estos espacios nacieron la filosofía, fórmulas matemáticas, científicas, además de varias teorías que son aplicadas en la modernidad.
En algún momento Miguel de Unamuno señaló que el nuevo opio de los pueblos era la televisión, no vislumbró que las redes sociales y la tecnología invadirían cada espacio a solas del ser humano, ahora en cualquier situación, desde una comida hasta una ida al baño es acompañada por algún elemento tecnológico, lo cual aleja la sensación de soledad del ser humano, pero le quita tiempo para él mismo, para pensar.
Existen varias empresas que ofrecen servicios de coaching, o de mejoramiento de la competitividad; ellas entre muchas actividades ponen a conversar a las directivas y sobre todo las cuestionan acerca de sus objetivos, metas a largo plazo y propósitos humanos trascendentales con sus empleados. En conclusión, les ayudan a pensar su propia empresa.
El país merece ser pensado a largo plazo, y este ejercicio es necesario en todas las instituciones, da más rédito entregar las obras, pero lo que transforma es dejarlas financiadas y proyectadas. Cortar el lazo lo puede hacer cualquiera; da pena pasar por tantas obras con lazo cortado pero que se encuentran empolvadas pues ninguna está terminada.
Vale la pena que nosotros hagamos el ejercicio así sea semanal de dedicar unos minutos a pensar, un amigo decano me comentaba que semanalmente sacaba tiempo una mañana para pensar su trabajo. El mundo vertiginoso trae sus ventajas, pero el pensar debe estar por encima de la ejecución, incluso en la labor de gobernar un país.