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Tribuna Universitaria 07/12/2024

Un faro en el duelo

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES
La República Más

La vida nos enfrenta a pérdidas que marcan profundamente. El duelo es una experiencia universal, pero también profundamente personal, que puede dejar un vacío difícil de llenar. En esas circunstancias, la amistad emerge como un bálsamo, un faro que guía en la oscuridad. Dos historias recientes lo ilustran con claridad: un hombre que perdió a su novia tras 16 años de relación y otro que vio partir a su madre de forma absurda y repentina. Ambos relatan cómo la cercanía de los amigos fue crucial para enfrentar la tormenta emocional.

El primero encontró en sus visitas semanales una chispa de consuelo; después de las agotadoras sesiones de quimioterapia de su pareja, la calidez y el apoyo emocional de sus amigos le devolvieron fuerzas. El segundo, devastado por la pérdida inesperada de su madre, agradece que sus amigos estuvieran ahí para llenar el silencio de su hogar. Estas historias nos recuerdan la importancia de los lazos sociales, especialmente en un contexto donde la soledad se ha convertido en una epidemia global.

Según cifras del Dane, en Colombia el porcentaje de hogares unipersonales sigue en aumento. En 2023, cerca de 20% de los hogares estaban conformados por una sola persona, lo que refleja un cambio en las dinámicas familiares y sociales. A esta tendencia se suma la dificultad creciente de establecer relaciones significativas. La soledad, más que un estado físico, es una sensación de desconexión emocional que puede ser devastadora.

Otro fenómeno asociado es la decisión de muchas mujeres de ser madres solteras a través de la inseminación artificial, un camino que, si bien brinda independencia, también puede estar ligado a la dificultad de establecer relaciones duraderas. De manera personal ya varias amigas lo están considerando al llegar a los 40 y no haber logrado encontrar una pareja estable.

Vivimos en una era hiperconectada, pero paradójicamente más desconectada emocionalmente. Las redes sociales y aplicaciones de mensajería nos permiten interactuar sin compromiso, alimentando lo que se conoce como el “síndrome de adulación”. Este fenómeno describe cómo las plataformas tecnológicas se moldean a nuestras preferencias, brindándonos una gratificación instantánea que simula conexión, pero carece de reciprocidad genuina.

Aunque hay casos exitosos de parejas que se conocen en aplicaciones de citas, las cifras muestran que solo 20% de las relaciones formadas a través de internet perduran más allá de los cinco años. La tecnología, aunque útil, no puede reemplazar la riqueza de una amistad o relación construida cara a cara.

La verdadera amistad no solo proporciona compañía, sino que también actúa como un ancla emocional en momentos de crisis. Los amigos son esos “familiares elegidos” que nos ayudan a procesar el dolor, a enfrentar la soledad y a encontrar nuevamente sentido a la vida. En el duelo, la amistad no solo consuela; también transforma; Superar un duelo sin el apoyo de otros puede ser una travesía solitaria y ardua. Sin embargo, como muestran las historias al inicio de esta columna, la compañía de amigos puede ser la diferencia entre sucumbir al dolor o emerger fortalecidos.

No se trata solo de tener contactos, sino de cultivar relaciones basadas en la empatía, el apoyo mutuo y la autenticidad. Estas conexiones son fundamentales no solo para superar momentos difíciles, sino también para integrarnos y, eventualmente, tener una pareja más saludable. Hoy más que nunca, necesitamos reencontrarnos con su valor y apostar por relaciones de amistad y amor que, como un faro en la tormenta, nos guíen hacia la luz.

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