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Hace un año el matemático Alberto Ibort publicó un artículo en donde señalaba que a nuestra especie le quedan alrededor de 5.000 años más de existencia, la cual se puede ver disminuida por cataclismos o los cambios climáticos; señalaba que con alguna certeza se puede calcular el tiempo que la raza humana permanecerá sobre la Tierra.
Pensar en el mañana es una característica propia del ser humano. En la antigüedad los primeros cazadores percibieron las variaciones del clima y así comenzaron a guardar alimentos y pieles para pasar el invierno. Incluso en materia de religión el ser humano piensa en una recompensa futura, en la otra vida. Pensar en el mañana e intentar acertar es una labor que ha ocupado a la humanidad.
Según Carlo Rovelli, el futuro del ser humano está condenado; es la única especie que atenta contra si misma y destruye su hábitat; además todos sus primos se encuentran extintos; para él somos una raza frágil con genes muy distintos al de las tortugas, las cuales viven cientos de años, propensos a enfermedades y condenados por el daño irreversible al ecosistema. Con pesimismo señala que para el universo somos intrascendentes y nadie se acordará del paso por la galaxia.
Yuval Noah por su lado defiende que dentro de poco llegaremos a la amortalidad, es decir, el avance científico llegará al punto de crear seres humanos que no mueran por causas naturales; es confiado también en el mejoramiento genético de los alimentos, lo cual llevará a erradicar el hambre del planeta, ve poco probable un enfrentamiento a gran escala, pero desconfía de la estupidez humana, la cual puede llevar a cualquier cataclismo.
Es probable que ambos futuros acierten con distintos matices. La edad del universo se calcula en 13.700 millones de años, la de la tierra en 4.500 millones de años y la aparición del hombre en más o menos 200.000 años; estas cifras revelan lo joven que es la raza humana en el cosmos y lo poco que puede durar en la historia como lo señala Rovelli.
Durante siglos el ser humano se consideró el centro de todo, incluso se creía que todo giraba alrededor de la Tierra. Copérnico fue de los primeros en considerar que era un error suponer la raza humana como privilegiada en el universo; hoy los científicos le dan la razón.
Sabiendo que el futuro es limitado, que la vida es finita, vale la pena luchar porque los pocos años que hay en la tierra sean lo mejor posible para los habitantes; algunas religiones ofrecen la idea de una vida eterna y la inmortalidad del alma; de todos modos, el mayor mensaje es el de la solidaridad con las personas que lo están pasando mal en esta vida pasajera.
La sostenibilidad del planeta y la erradicación de la pobreza deben ser las prioridades de los próximos gobiernos; de no hacerlo, la efímera existencia será peor para las personas y los populistas de siempre seguirán aprovechando la pobreza de los demás para su propio beneficio.