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La crisis del coronavirus ha traído todo tipo de regionalismos; no es un secreto que la pandemia está teniendo un especial problema en Bogotá y que aquí se concentra la mayoría de casos; gracias a eso, circulan numerosas críticas en torno a la ciudad, a lo cual muchos habitantes responden con la escueta frase: si no le gusta Bogotá agarre sus chanclas y váyase.
Bogotá, como capital del país, aporta casi 30% del PIB del país; según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), Colombia ha sido un país centralista; no en vano el Congreso, las altas cortes, la Presidencia y las principales entidades se alojan en ella; también alberga la mayor concentración poblacional, más de 8 millones de habitantes viven en la capital del país.
Una amiga señalaba que Bogotá le abrió el panorama de la vida. Ella, hija de una enfermera y un profesor en los Llanos Orientales, al llegar a la capital vio nuevas oportunidades y cambió sus perspectivas, logrando fijarse metas mucho más altas en comparación a las vistas en su región.
Es natural, Bogotá alberga las mejores universidades del país y es un refugio constante para todas las personas de Colombia. La ciudad así se convierte en una aspiración para millones de colombianos y en Bogotá habitan, sobre todo, personas venidas de otras ciudades o segundas generaciones de todas las regiones de Colombia.
Gracias a lo anterior, la capital goza de un pluriculturalismo valioso; las colonias son famosas a lo largo de la ciudad, y ella es apreciada por la mayoría; por esto, más de 32% de la población inmigrante termina asentándose.
Sin embargo, no se puede ocultar los múltiples problemas de la ciudad; uno de los peores tráficos vehiculares de Latinoamérica, un nivel de inseguridad preocupante, un sistema de transporte precario y distintos problemas sociales como la falta de oferta laboral juvenil y el crecimiento de las viviendas ilegales.
Parte de la culpa la han tenido varios gobernantes malos, al punto que a sus espaldas cargan distintas investigaciones de los organismos de control y otros están en la cárcel. Pero también lo es la falta de cultura ciudadana, el irrespeto por los bienes públicos y la poca solidaridad entre los ciudadanos.
Bogotá tiene el mayor número de contagios, es lógico por el centralismo que sufre el país; la mayoría de vuelos internacionales aterriza en la ciudad y ella es paso obligatorio para cualquier gestión importante.
En estos tiempos de crisis no es momento para regionalismos, mucho menos para frases como: váyase de Bogotá o menospreciar otras ciudades que lo han hecho mejor, diciendo que “son un barrio de Bogotá”.
Esta ciudad acogedora debe aprender a convivir con las críticas, seguir recibiendo sus gentes, tener un mayor control político y volver a tener cultura ciudadana. No en vano la ciudad también se convirtió en el muro de contención de algunos personajes que querían ser presidentes y solo veían a Bogotá como un escalón, con el cual siempre se tropezaron.