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La infamia sigue creciendo en el país de al lado, a las acostumbradas imágenes de venezolanos marchando, buscando comida, se sumaron las de un régimen quemando la ayuda humanitaria que intentaba entrar. Sin esperanza, algunos militares y ciudadanos intentan pasar la frontera; la realidad es que el cerco diplomático creado por varios países agota los recursos frente a un régimen que se niega a caer.
El Grupo de Lima fue conformado para buscar una salida humanitaria a la crisis de Venezuela; exige: elecciones libres, liberación de presos políticos y transición de régimen, a cambio de ayuda humanitaria y apoyo en todo el proceso. Ante el cerco que formaron, esperaban que parte del ejército se levantara y una ola de venezolanos presionara la renuncia del presidente Maduro. Sin embargo, nada pasa, cada día es oxígeno para el chavismo.
Una intervención militar es contemplada en medio de la crisis, pero ¿es realmente factible ver un ejército extranjero intentando derrocar a Maduro? En materia de guerra cualquier cosa puede pasar; sin embargo, el desplazamiento de una tropa y el gasto militar tienen un gran desgaste político y sobre todo económico; como señala el historiador Yuval Noah, las guerras en el Siglo XXI son un negocio improductivo puesto que en el pasado los activos económicos eran sobre todo materiales y conquistarlos mediante la fuerza compensaba todo el desgaste; ahora el principal activo es de ciencia, tecnología y conocimiento y ellos no se pueden conquistar con una invasión. Por tanto, es improbable una movilización extranjera, no hay ningún motivo de suficiente peso para inmiscuirse en una guerra fratricida, ya no existe una compensación, ni siquiera petrolera para resarcir el gasto que conllevaría.
Y ahí radica el último punto; ha sido demostrado hasta la saciedad que los tiranos, en especial los socialistas, no salen por la diplomacia; ya Diosdado Cabello dijo que no abandonarían el poder. Por tanto, la única salida será por la fuerza, pero ese gasto lo debe asumir el propio pueblo venezolano, pues los países extranjeros solo brindarán algún apoyo logístico y estratégico; por su lado Rusia y China solo quieren recuperar el dinero de sus préstamos. Colombia es el país más afectado al estar en la frontera, las relaciones comerciales siempre fueron fuertes y es la que está aguantando los millones de emigrantes en la frontera, asistiéndolos con el poco bienestar que puede brindar y acogiendo a la mayoría en el trabajo informal.
¿Cómo afrontar una guerra los propios venezolanos? Se requiere coraje y dinero; este solo podrá venir de las cuentas a disposición del presidente Guaidó; debe seguir persuadiendo a las fuerzas militares a que se cambien de bando y esperar un enfrentamiento contra los colectivos chavistas que, aunque desordenados, se comportan como secta. La solución pacífica no va llegar a Venezuela; a veces no queda otra opción: es ahora o esperar seguir muriendo de hambre durante muchos años más.