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Es común escuchar actualmente, dada la visita del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica a Colombia, voces que comentan - entre otras cosas - que la estadía del Papa Francisco acarreará una suma considerable de gastos innecesarios para el Estado colombiano, y que en contraposición, con dichos gastos se podría realizar una inyección de recursos efectiva, en aras a disminuir las coyunturas existentes actualmente en la sociedad colombiana. Según algunos medios de comunicación como El Espectador, la visita del Santo Padre al país costará en promedio US$1,5 millones por cada día, cifra aproximada de acuerdo a la ponderación de los costos de las visitas que Francisco ha realizado a otros países latinoamericanos.
Dichas críticas y comentarios planteados anteriormente resultan basarse, en últimas, en la defensa de la dignidad de la persona humana, y en la intención de que el destino de los recursos del Estado y de la Iglesia, como una institución abiertamente altruista, sea el abastecimiento de las necesidades de la sociedad, que per se, ya supone toda una suerte de requerimientos por satisfacer.
No obstante, aun cuando el valor de la visita del Papa demandará una suma considerable de dinero, ésta será asumida no solo por el Estado sino también por la Iglesia, estableciendo una corresponsabilidad entre ambas instituciones. Por otra parte, y dejando de lado el tema eminentemente económico - que distrae la atención de lo verdaderamente importante - la sociedad colombiana, en vísperas de la visita de una de las personalidades más influyentes en la actualidad, debe concentrarse en aprovechar al máximo la estadía de Francisco en el territorio colombiano, que no solo traerá mensajes que interpelen únicamente a la comunidad católica, sino que también tendrán vocación de conmover los corazones y las conciencias de toda la sociedad colombiana, que se muestra siempre receptiva a ideas de caridad, amor y respeto.
Así pues, el verdadero valor de la visita del Papa Francisco a Colombia, corresponde a su ánimo de servicio, a su labor actualizadora del mensaje de la Iglesia Católica que debe ajustarse a las necesidades y condiciones actuales, sin dejar de permanecer auténtico. Con esta visita, la sociedad colombiana en efecto podrá replantearse su rumbo, recuperando así la importancia de postulados como la convivencia ciudadana y la fraternidad. No se puede pensar en acabar con la pobreza, o en propender por el interés de la comunidad, si en principio, no se cuenta con un profundo sentido de servicio, de amor por el otro y de responsabilidad social. Con seguridad, la estadía del Santo Padre del 6 al 10 de septiembre, maximizará la importancia de dichos valores.
En últimas, se le debe otorgar importancia a lo verdaderamente importante, de no ser así, y de enfocarse en lo eminentemente económico, el costo de la visita del Papa será verdaderamente alto, pues se habrá dejado pasar la oportunidad de refrescar la conciencia y alimentar el corazón.